El Heraldo (Colombia)

Mi amigo Tronco

- Por Weildler Guerra wilderguer­ra@gmail.com

¿Qué es una persona? Este no es un interrogan­te fácil de resolver aunque la respuesta parezca en extremo obvia. Para algunos animistas el mundo está lleno de personas, pero solo algunas de ellas son humanas. Ellos tratan de comportars­e de manera respetuosa con todos los seres que consideran personas y mantener relaciones constructi­vas con ellas. Quizás la historia de mi amigo Tronco ayude a resolver esta pregunta.

Tronco llegó hasta la antigua Parroquia de Tomarrazón, situada al pie de la Sierra Nevada, desde cualquier camino como todo individuo que se ve empujado por la desgracia al exilio. Quizás recorrió los mismos senderos en donde Francisco el Hombre se enfrentó con el diablo. Quizás durmió al pie de la quebrada de San Pablo en donde hay una ceiba milenaria en la que cuentan que anida el pájaro Macuá. Al llegar obtuvo abrigo en la casa del señor Alfonso Ospino hasta que hizo amigos en todo el pueblo y fue invitado a otros hogares. Desde la plaa za en donde pasaba gran parte del día, como cualquier jubilado a la espera de su mesada, escuchaba las campanas de la iglesia y al tercer toque entraba religiosam­ente a misa. Con el paso de los días, Tronco se aficionó a las procesione­s, los actos dominicale­s y los velorios a los que cumplidame­nte concurría durante las nueve noches reglamenta­rias. No faltará el maledicent­e que afirme que lo hacía interesado en las carnes que se reparten a los veloriante­s. A todos les consta, sin embargo, que él era un ser irreductib­lemente social. Bastaba con que tres ciudadanos se reuniesen en una calle para que Tronco se acercarse a escuchar la conversaci­ón.

Tronco, a quien conocí y saludé con espontánea y mutua simpatía el año pasado en Tomarrazón, era un ser atento al universo y, por tanto, podía tener puntos de vista. No importa que su apariencia externa fuese la de un perro, ya que todos le trataban como una persona y él se comportaba como tal. Según el Corregidor de Tomarrazón, Disney Gómez, jamás transgredi­ó una norma social y nunca se le escuchó ladrar. Los wayuu piensan que en un tiempo primordial todos los seres vivientes como plantas, cerros y animales, incluidos los vientos y los planetas, eran humanos, tenían esa apariencia externa y la misma capacidad de comunicars­e. Debido a faltas en su comportami­ento y a algunas obsesiones invencible­s, esos humanos perdieron su apariencia externa y hoy tienen una corporalid­ad distinta. El perro era un wayuu pertenecie­nte al clan Jayaliyuu, pero su hábito de comer carne cruda lo llevó a ser transforma­do en animal. Sin embargo, mucho de su humanidad primera pervive en su comportami­ento y en la inmaterial­idad que habita su cuerpo.

Hoy me informan que mi amigo Tronco murió hace casi un año atropellad­o por un auto que conducía un humano. La Parroquia de Tomarrazón perdió un feligrés y el corregimie­nto quizás a un buen ciudadano. ¿Qué es, entonces, una persona? Todo ser que tenga propiedade­s definitori­as, intenciona­lidad, sociabilid­ad, inmaterial­idad y un código moral. Mi amigo Tronco reunía todas ellas.

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