1918 y la idea de un ejército europeo
Los líderes mundiales –Trump, Putin, Merkel y Macron, entre muchos otros– asistieron esta semana en Francia a las ceremonias para conmemorar los 100 años desde el final de la Primera Guerra Mundial. La memoria de la “Gran Guerra”, el primer gran conflicto bélico moderno, sigue viva en Europa a pe- sar de que los horrores de la Segunda Guerra Mundial eclipsaron en parte aquella contienda de la que ya no quedan testigos vivos. La Primera fue una guerra básicamente imperialista entre los cinco grandes imperios europeos que entonces se disputaban el mundo, mientras en la Segunda se enfrentaron ideologías: el fascismo, el comunismo y la democracia liberal.
En los actos del centenario de la Gran Guerra resucitó una vieja aspiración de algunos dirigentes políticos: crear un ejército europeo común. El presidente francés volvió a poner sobre la mesa este tema y la canciller alemana dejó de lado las reticencias de su país y apoyó el proyecto por primera vez. Existen algunos precedentes, como batallones francoalemanes y otras cooperaciones en el ámbito militar, pero nada que se parezca a un verdadero ejército común bajo mando único. Hay argumentos prácticos a favor, como un evidente ahorro de costes en la compra de material y la manutención de la tropa, aunque la gestión política seguramente resultaría muy complicada. Sin embargo, el principal motivo es político, como dijo Merkel ante el Parlamento Europeo: “Un ejército común europeo mostraría al mundo que nunca más va a haber guerras entre países europeos”.
Por suerte, a día de hoy parece inconcebible que franceses y alemanes, alemanes y polacos o franceses e ingleses volvieran a matarse en un campo de batalla. La visión de Merkel y Macron es crear una fuerza de intervención europea esencialmente para actuar en el resto del mundo, en misiones en África o Oriente Medio. Pero el presidente francés también se refirió de forma poco disimulada a la amenaza que en su opinión presenta la Rusia autocrática de Putin, e insistió en la necesidad de que Europa pueda defenderse sin el apoyo de Estados Unidos y la OTAN. Trump aprovechó la estancia en París para ridiculizar el plan de crear un ejército europeo y recordó a su anfitrión que los franceses “ya estaban aprendiendo alemán” cuando las tropas norteamericanas les liberaron del yugo de los nazis.
El debate principal, en cualquier caso, no es este. Me cuesta imaginar un conflicto armado de grandes dimensiones entre Rusia y los estados de la Unión Europea, más allá de pequeñas escaramuzas en la frontera. A fin y al cabo, Francia y Reino Unido mantienen su arsenal nuclear, algo que debería disuadir a ambas partes de aventuras mayores, al igual que durante la guerra fría.
La utopía –lamento llamarlo así– de tener unas fuerzas armadas conjuntas europeas es sobre todo un mensaje a los nacionalismos que están en auge en gran parte del continente europeo y su concepto retrógrado de que un ejército propio es la misma esencia de una mal entendida soberanía nacional.