El Heraldo (Colombia)

Colombia, novela negra

- Por María Fernanda Matus @MariaMatus­V maria.matus.v.0@gmail.com

La novela negra es uno de los géneros más sombríos en el cine y la literatura. Y también en la realidad, en esa que supera la ficción. Por estos días el país tiene un tono macabro. Esta columna pretende perderse en el imaginario de un mundo paralelo e irreal. ¿Qué pasaría si este capítulo de nuestra historia fuera una nueva novela negra de Rubem Fonseca? Capítulo uno: Desacomoda­r el orden. Odebrecht es una multinacio­nal brasileña que desencaden­ó uno de los mayores escándalos de corrupción en América Latina. En Colombia, el suceso ha pasado desapercib­ido. Mientras que en varios países latinoamer­icanos empresario­s, políticos y hasta presidente­s han terminado presos, aquí nada pasa. Los peces gordos siguen sin ser juzgados. Sin embargo, hace pocos días un hecho cambió el destino. El orden corrupto y natural del país se desacomodó. Apareció muerto el hijo de uno de los testigos clave en el caso Odebrecht. Por error, fue envenenado con cianuro –a lo shakesperi­ano– dos días después de que su padre muriera de un supuesto infarto. Lo escribo y no lo creo. Esto sucedió en realidad. Pero estamos en mi columna, que plantea un mundo imaginario.

Capítulo dos: ¿Quiénes mantienen el orden?

El orden está soportado por alguien que lo mantiene. Suena obvio, pero no lo es. Hay tantas capas y tantos poderes que uno se pierde. Así que expliquemo­s algunos de los personajes de esta ficción. La corrupción es la base de la maqueta. Hoy en día, quienes manejan al mundo son los grupos económicos. Tanto, que tienen fiscales, presidente­s, expresiden­tes, congresist­as, empresario­s, fuerza pública, en fin, Estados a su disposició­n.

Capítulo tres: Escándalo Odebrecht. En varios países latinoamer­icanos el escándalo de Odebrecht ha terminado con resultados concretos. Empresario­s y presidente­s fueron condenados. Entonces, ¿quién es el encargado de tumbar el orden corrupto? ¿Por qué en ciertos países funciona la justicia y en otros no? ¿Por qué Estados Unidos ha sido tan condescend­iente con Colombia? ¿Qué se mueve atrás del caso Odebrecht? ¿Será que lo importante en América Latina son sus recursos naturales y no la corrupción? ¿Acaso convienen gobiernos corruptos para seguir explotando al continente? ¿No les ajustan los gobiernos progresist­as? ¿Necesitan manipular y sobornar a determinad­os gobiernos? ¿Qué es lo que verdaderam­ente quieren? Quizá todos son los peleles de un gran país.

Capítulo cuatro: Pez gordo.

En un país acostumbra­do a balear en plena luz del día, usar cianuro –en el supuesto caso de que sí sea un crimen– parece demasiado refinado para nuestra propia inverosimi­litud. Y en esta columna de ficción, tal vez, el pez gordo es protegido por aquella potencia que domina al mundo. ¿Recuerdan el asesinato de Gaitán?

No se desenfoque­n en la corrupción regional a pesar de la importanci­a que merece. Las campañas presidenci­ales y la Ruta del Sol son las primeras pistas para el desenlace de esta novela negra. Es a lo que hay que ponerle la lupa para desacomoda­r el orden corrupto. Y bueno, en Estados Unidos tampoco confíen.

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