Bokassa, el autor, en el bote
Pregunta: ¿Qué es eso de ‘los diamantes de Bokassa’? Ralph Arce, B/quilla. R.: Jean-Bedel Bokassa o Bokassa I (1921-1996) fue emperador de República Centroafricana, gran productora de diamantes. Siendo teniente coronel del ejército, aduciendo la mala situación económica y el absolutismo del presidente David Dracko, en 1966 le dio un golpe de Estado. Como en su primera década en el poder hubo intentos de desalojarlo, en 1976 dijo que para salvar a su patria debía declararla un imperio, y asumió el título de Su Majestad Imperial. Francia lo apoyaba para asegurar que las minas de su excolonia surtieran su industria de uranio. Por esto y por ser amigo de Valéry Giscard d’Estaign, presidente francés entre 1974 y 1981, el Emperador le regaló a este un diamante valioso. Pero luego, como a los galos empezó a resultarles incómodo Bokassa, aprovechando uno de sus viajes a Libia, enviaron tropas que lo depusieron. Desde Costa de Marfil, Bokassa, vengándose, declaró que el regalo no había sido un diamante de cinco mil francos, sino varios, que costaban un millón, y exhibió pruebas. El despliegue del asunto en el semanario satírico Le Canard echaîné le costó la reelección a Giscard en 1981, cuando ganó François Miterrand.
Hace un tiempo conocí el P.: soneto “Un ruego”, que hoy cobra vigencia. ¿Quién es el autor? Demetria de Moreno, B/quilla. R.: Es el quindiano Helio Fabio Gómez (1925-2015). Se trata de un poeta diestro, pero de tono menor, que no figura –no podría figurar– en ninguna antología de poesía colombiana. Sus poemas están por doquier, incluidos manuales de convivencia de colegios regidos por curas o en otras publicaciones de órdenes religiosas. Pese a que su producción es poesía de la domus, es decir, poesía doméstica o de la casa, es autor de buenos sonetos, como “Un ruego”, que usted menciona, hermoso y formalmente correcto en cuanto a metro, rima y cadencia. No obstante, pese a su destreza, el autor, por los contenidos ingenuos y a veces azucarados que maneja, difícilmente podría acercarse al horizonte de la gran poesía universal.
Cuando a un delincuente
P: lo encarcelan, se dice: “Lo metieron al bote”. ¿Acaso un bote se usó alguna vez como cárcel? Héctor Gómez R., B/ quilla. En un diccionario de mexicanismos R.: hallé que en el país azteca “lo metieron al bote” es expresión muy difundida. En Colombia, por deformación fonética, es más frecuente decir “el pote”. No se ha determinado el origen de bote (o pote) como sinónimo coloquial de cárcel. Sin embargo, se dice que quizá sea de procedencia nicaragüense, puesto que “a los presos los llevaban en bote por el inmenso lago de Nicaragua”, tal como acabo de leer, aunque el autor del texto no cita ninguna fuente para corroborarlo. De todas maneras, el poeta Ernesto Cardenal, en una crónica sobre los días de la revolución sandinista, dice que a copartidarios suyos los transportaban por el lago, encapuchados, en un bote, con destino a una cárcel de Managua.