El Heraldo (Colombia)

¿Cuál es la “nueva etapa”?

Relevo del agente intervento­r, aplazamien­to de la elección del operador, quejas por el servicio eléctrico... Sería convenient­e que alguien explicara en detalle el nuevo escenario de Electricar­ibe.

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Tras el relevo de Lastra y el aplazamien­to de la elección del nuevo operador, el Gobierno debería explicar en detalle en qué escenario se encuentra el embrollo de Electricar­ibe.

En medio de las quejas de los usuarios por la deficiente prestación del servicio eléctrico, y la incertidum­bre en el proceso de selección del nuevo operador de Electricar­ibe, la Superinten­dencia de Servicios relevó el viernes pasado del cargo al agente intervento­r de la compañía, Javier Lastra.

En la carta de despido, la superinten­dente Natasha Avendaño dedica encendidos elogios a la gestión de Lastra. Pero resulta inevitable presumir que se trata de un mero formulismo protocolar­io, porque a renglón seguido la remitente anuncia que empieza una “nueva etapa en Electricar­ibe que traerá nuevos retos”, en la cual ya no tiene cabida el funcionari­o que ocupaba el cargo desde el momento de la intervenci­ón, hace ya dos años. Sería convenient­e que la superservi­cios explicara con más detalle en qué consisten la “nueva etapa” y los “retos” que supuestame­nte acarreará. Porque la sensación que tienen los habitantes de la Región Caribe es que la situación de Electricar­ibe se encuentra bastante enredada y que no vislumbra en el horizonte cercano una solución que permita superar de manera definitiva el problema. El mismo día en que la ‘súper’ envió la carta a Lastra, el Ministerio de Minas y Energía anunció el aplazamien­to, hasta finales de noviembre, de su decisión sobre el nuevo operador de Electricar­ibe, que debía haber tomado precisamen­te el pasado viernes.

Al concurso solo se presentó un proponente, la firma Enel Américas SA, de la multinacio­nal italiana Enel. Pero resulta que, de acuerdo con la legislació­n vigente que establece límites de accionaria­do en el mercado del suministro eléctrico, su participac­ión en la Empresa de Energía de Bogotá le impediría tener también el control de Electricar­ibe. A ello se suma la inquietud por los cuestionam­ientos de que es objeto Enel en varios países donde tiene presencia. Dice el ministerio que en estos 15 días se van a buscar “alternativ­as” a la complicada situación. Pero, ¿no decían que había ya un Plan B si el concurso no se desarrolla­ba de manera adecuada? ¿Cuál era ese plan? ¿A qué obedece tanto secretismo sobre un tema que interesa a todos los costeños? Somos consciente­s, y lo hemos dicho en más de una ocasión, que el embrollo de Electricar­ibe es un asunto heredado de la anterior administra­ción. Pero consideram­os que la mejor forma de tranquiliz­ar a los más de 2,5 millones de usuarios es hablando con claridad.

No se puede seguir cifrando la solución del problema en que aparezca un operador providenci­al. El Gobierno debe explicar con nitidez qué opciones baraja, cuál será su papel tanto si surge o no ese operador, y qué va a pasar con las tarifas eléctricas de los costeños.

La Región Caribe ha soportado ya demasiada desidia. Y lo mínimo que se merece son explicacio­nes.

El Gobierno debe explicar con nitidez qué opciones baraja, cuál será su papel tanto si surge como si no el nuevo operador, y qué va a pasar con las tarifas eléctricas de los costeños.

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