¿Cazar estudiantes?
Qué hace el presidente Duque mientras el Esmad reprime la protesta social de los estudiantes? ¿Mira por una ventana y ve arder la ciudad o sigue con sus ojos al helicóptero que intimidó a los manifestantes de Bogotá en las jornadas de movilización del jueves pasado? ¿Será posible que se siente frente al televisor con unas crispetas en la mano a ver, con cierta fascinación, cómo los medios colombianos le ayudan a inventarse un enemigo en los estudiantes? El Presidente tiene la apariencia de un niño asustado y torpe concentrado en sus videojuegos, su imagen empieza a decaer tanto que sus mismos votantes comienzan a sentir cierta vergüenza –la parte de su electorado que tiene pudor–. Sin embargo, no es posible que con tanta inocencia se le haga tanto daño a un país. Y no es posible, porque tal inocencia no existe.
Cara de tonto, guitarra en mano, toquecitos a un balón de fútbol, medio gordinflón y bonachón, con esa misma actitud indefensa le echa a su escuadrón más poderoso a que le disparen latas de gas lacrimógeno en la cara a los jóvenes, les vuelen los ojos y los levanten a golpes. Las cámaras grabaron la manera como los persiguieron y los acorralaron. Esta semana el Gobierno colombiano evidenció su actitud beligerante, su peligrosa hostilidad y la sevicia de la persecución. La arbitrariedad de las capturas fue evidente, como también lo fue el uso excesivo y desproporcionado de la fuerza policial. El Gobierno colombiano le inyecta presupuesto a la guerra y continúa asfixiando el presupuesto para las universidades públicas, así, para justificar su decisión tendrá que construir rápidamente un peligro y paralizar a la gente del miedo. Por eso ha iniciado una guerra velada contra chicos que son estudiantes, chicos que se preocupan por la nota de un parcial o por mantener el promedio. Chicos que si almuerzan no sacan fotocopias.
Chicos que madrugan para pasar años en un salón de clases con el único sueño de tener un título profesional. La Cepal ya lo dijo alguna vez, la única manera posible para salir de la trampa de la pobreza es la educación de calidad. En las movilizaciones hay menores de edad con acné en la cara, a esos también los ataca violentamente el Esmad.
Estos chicos, sin embargo, tienen la madurez política que le falta a Iván Duque, de parte de ellos está la seriedad de los argumentos, la grandeza, la altura moral, el estudio juicioso de la situación y sus consecuencias, la digna defensa por lo público, la valentía patriótica para sobreponerse a la represión y al miedo. Hay que acompañarlos, hay que rodearlos y los otros sectores sociales deben mostrar su compromiso y solidaridad de manera urgente.
El Gobierno colombiano se ha revelado implacable con los estudiantes. Pese a toda la larga lista de actos vergonzosos protagonizados por Iván Duque, este quizá es su peor ridículo. Uno también puede imaginárselo metido entre las sábanas, muerto del miedo, mientras manda a su escuadrón más violento a cazar jovencitos en las calles bogotanas. Ustedes estarán de acuerdo o no, pero así no es la democracia.