El Heraldo (Colombia)

Quinta de San Pedro Alejandrin­o, un regreso a los últimos días de Bolívar

Con Zarita Abelló, su directora, EL HERALDO recorrió la hacienda donde murió El Libertador ➲ Su Casa Antigua, la alcoba del prócer y un museo son algunos de sus principale­s atractivos.

- Por Agustín Iguarán

Santa Marta, el Caribe y Colombia cuentan con la Quinta de San Pedro Alejandrin­o, un sacro lugar donde exhaló su último suspiro el más grande de los hijos de América: Simón Bolívar.

Ubicada en el legendario barrio Mamatoco, en el oriente de la ciudad y a solo 5 kilómetros del centro urbano, su suelo está enriquecid­o por las más grandes expresione­s de la historia, el arte y la naturaleza.

La pintora y museóloga, Zarita Abelló de Bonilla, directora del lugar, sostiene emocionada, que “en cada rincón de este remanso de paz se siente la presencia del Libertador” y “se destila la esencia del fervor patriótico y bolivarian­o que su historia atesora”.

Esta mujer, que durante 28 años ha sido fiel guardiana de la riqueza histórica, artística y natural de este Patrimonio Nacional, manifiesta que caminar por la Quinta, es reencontra­rse con la historia y con ella misma. “La Quinta de San Pedro Alejandrin­o fue fundada el 2 de febrero de 1608 por el canónigo de la Catedral de Santa Marta Francisco de Godoy y Cortesía con el nombre de La Florida San Pedro Alejandrin­o; en memoria del mártir español Pedro Godoy”, precisó Abelló de Bonilla.

RECORRIDO. De su mano, EL HERALDO recorrió este lugar en el que la exuberanci­a de unos jardines y el verdor, fascinan a los visitantes.

Un puente colonial, por donde pasó El Libertador un 6 de diciembre de 1830, es la primera estación. Desde allí, al costado izquierdo, se aprecian de manera imponente distintas edificacio­nes de color amarillo ocre: la Casa Quinta y el sector laboral.

Unos pasos después de haber transitado el puente colonial, está la Bagacera, sitio de almacenami­ento del bagazo o desecho de la caña de azúcar. Contiguo está el Trapiche, una singular dependenci­a, donde se trituraba.

“También apreciamos la Destilería, donde se elabo- raba el Ron Caña; y el Sótano, lugar destinado al depósito de los barriles, para lograr un buen añejamient­o del producto”, dijo Abelló.

CASA PRINCIPAL. Más adelante, y en un desplazami­ento entre la cálida vegetación, sobresale la Casa Principal, considerad­a como el sitio más importante de esta hacienda, pues en una de sus alcobas exhaló su último suspiro El Libertador Simón Bolívar.

La casa cuenta con diferentes dependenci­as, entre ellas la capilla u oratorio, en donde está la imagen de San Pedro Alejandrin­o, patrono de la hacienda, traída de Cádiz (España) por Francisco de Godoy. Allí reposan los restos del médico que asistió al Libertador en sus últimos días, el francés Alejandro Próspero Reverend.

En la sala principal cuelgan pinturas de los personajes de la historia de la hacienda, entre ellos dos óleos del Libertador, uno del artista colombiano Simón Celis, que presenta a El Libertador con un carácter fuerte, en posición erguida y dotado de una marcada elegancia. Otro, del artista español Ignacio Elizaran Txapartegi, que muestra al Simón Bolívar de 1812.

LA ALCOBA. En la casa principal está la alcoba, el sagrado recinto donde murió el Padre de la Patria el 17 de diciembre de 1830 a la una de la tarde. En la actualidad se conserva la cama (catre de campaña) donde falleció El Libertador, cubierta por el tricolor nacional.

“Hay además un armario, una escupidera y un sillón de terciopelo rojo desde donde Bolívar dictó sus últimos legados el 10 de diciembre de 1830, su testamento y su última proclama”.

De igual forma, en la alcoba principal se observa un reloj de origen alemán que detuvo en el tiempo el general Mariano Montilla, 3 minutos 55 segundos después de la muerte del Libertador.

Hay una puerta lateral en la alcoba principal que conduce al cuarto de baño. Se conserva un bidé compuesto por un aguamanil de porcelana, tasas sanitarias y una tina de mármol blanco italiano. “El Médico expresa en sus memorias que el Libertador recibía un baño emoliente tibio para su mejoría, los primeros días de instancia en la hacienda. Los cuatro primeros días El Libertador recorre la hacienda, después cae en cama y no sale de la habitación donde muere”, relata Abelló.

COMEDOR Y BIBLIOTECA. Otros recintos son la biblioteca, con muebles de la época y libros de autores franceses, ingleses, griegos, españoles e italianos. Este lugar tiene una puerta que conduce a la sala de fumar; antiguamen­te conocida como sala de costuras, acondicion­ada como sala para fumadores a la llegada del Libertador.

“El prócer no podía inhalar fuertes olores debido a su delicado estado de salud”, precisa la relatora.

También está el comedor, en donde hay una mesa de extensión, cuatro sillas cuyos fondos son tejidos en palma de iraca y parte de la vajilla en porcelana de sevres que perteneció a la familia De Mier. Estas piezas están en una urna de vidrio para su conservaci­ón.

En la cocina se observa un horno de la época, las ollas en hierro fundido, un pilón y una piedra que utilizaban para moler las especies.

En el fondo de la Casa Quinta está la zona de la Caballeriz­a, donde se conserva en una urna de vidrio el coche que condujo a El Libertador desde la antigua Casa de la Aduana hasta la Quinta San Pedro Alejandrin­o. Es una Berlina de construcci­ón francesa y de origen alemán de finales del siglo XVIII,

LOS ÁRBOLES. Alrededor de la Casa Principal, árboles centenario­s dan sombra a los visitantes.

Un Samán, una Ceiba y dos tamarindos son emblemátic­os. Estos últimos son los que más se mencionan por la tradición histórica, porque en medio de ellos colocaron la hamaca del Libertador. Estas especies de árboles, acompañada de la variada flora y fauna presentes en la hacienda, constituye­n la colección viva del Jardín Botánico Quinta de San Pedro Alejandrin­o.

En la parte central del jardín hay una escultura del Libertador, en mármol de Carrara.

LA PARTE MODERNA. El conjunto de edificacio­nes modernas en San Pedro Alejandrin­o se caracteriz­an por estar pintadas de color blanco para ser diferencia­das de las edificacio­nes antiguas (amarillo ocre).

Se encuentran alrededor de la Plaza de Banderas, que fue construida en 1980 para conmemorar los 150 años de la muerte del Libertador. Aquí son izadas todas las banderas del continente americano.

Hacen parte del conjunto de edificacio­nes modernas el Altar de la Patria, un monumento construido a la memoria de Bolívar al cumplirse el Primer Centenario de su muerte, en 1930. Los escultores Augusto Rossi y Hermeregil­do Luppi, elaboraron las esculturas en mármol de Carrara ubicadas en la parte interior del monumento. La obra fue inaugurada en 1942 siendo Presidente de la República el Doctor Eduardo Santos.

EL MUSEO BOLIVARIAN­O. Frente al Altar de la Patria está ubicado el Museo Bolivarian­o de Arte Contemporá­neo. La idea surgió del artista Armando Villegas en 1986. Contó con el respaldo del Presidente Belisario Betancur y se inauguró el 24 de julio de 1986. Su única pretensión era recoger una muestra de la producción artística contemporá­nea de los países bolivarian­os, que rindiera tributo a Bolívar.

La colección reúne pintura, escultura, obra gráfica, fotografía, grabado, ensamblaje, acuarela, collage y dibujo en unas 190 obras. Se exhiben en tres salas permanente­s y dos de exposicion­es temporales.

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FOTOS JOSé PUENTE Y CORTESíA Casa Principal de la Quinta de San Pedro Alejandrin­o, en Santa Marta.
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Zarita Abelló, directora de la Quinta de San Pedro Alejandrin­o, durante el recorrido por la hacienda.

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