Grandes interrogantes
Colombia está sorprendida por las primeras decisiones económicas que el nuevo gobierno ha tomado ante el déficit presupuestal que dijo haber encontrado para cuadrar cuentas sobre el 2019. El país pensante, el que analiza, el preparado académicamente para esta clase de observaciones, se hace decenas de preguntas que están aún sin respuestas, pero que son elementales, de una lógica simple, que irónicamente estarían resolviendo muchos interrogantes que hoy día no se sabe si fueron olvidos deliberados del pasado gobierno o secretos preparados del gobierno actual. La realidad es que quien ha sufrido en carne propia este escondrijo de verdades salidas a la luz pública por la necesidad de resolverlas es el propio pueblo colombiano que desde ya soporta el alud que le viene encima con los nuevos impuestos.
Primeras preguntas: Cuando el gobierno pasado presentó al Congreso el borrador del presupuesto de 2019, ¿por qué no desnudó de inmediato el déficit que lo estrujaba? ¿Por qué en el Congreso si se dieron cuenta de este insuceso no se lan- zó el grito de alarma? ¿Por ignorancia de los congresistas y la comisión respectiva o acaso no estaba claro en dicho borrador el esperpento? ¿Fue deliberadamente ocultado este fenómeno por el gobierno saliente ante el congreso, o disimulado, o maquillado o adulterado?
Segundas preguntas: Cuando se elige nuevo Presidente y se anuncian los empalmes, ¿cómo es posible que la comisión económica que trabajó en el ministerio de Hacienda para tales fines, no se hubiese dado cuenta de semejante monstruo? Si conoció el caso a fondo, ¿por qué no se lo dijo de una vez al país? ¿Por qué permitió que este monstruo apareciera como actuación del nuevo gobierno y no con la arquitectura del anterior? Quienes (congreso, funcionarios del antiguo gobierno o los del nuevo) si palparon el dinosaurio y lo vieron respirar, ¿por qué callaron? O se pusieron todos de acuerdo para esperar que después de la champaña de la posesión presidencial se pudiera digerir mejor semejante banquete.
Terceras preguntas: ¿Por qué apenas tuvo los primeros resultados en sus manos la comisión de empalme del nuevo gobierno no le anunció al país lo que encontró? ¿Fue un pacto secreto de los de ayer y los de hoy? ¿En donde quedó la oposición? ¿Para que sirvió armar tanto alboroto con la oposición política? ¿Por qué esperó el ministro Carrasquilla posesionarse si detectó el monstruo desde el principio? ¿A quién cubría? A las promesas del candidato Duque de no subir impuestos, ¿cuál fue la intención detrás de bambalinas tanto del antiguo como del actual gobierno en todo este tiempo y periplo de ocultar semejante bomba de tiempo?
Las conclusiones elementales a la mano es que se quiso tapar el guisado para cuando se comiera, se pudiese digerir mas cómodamente. Pero la auténtica verdad es que una vez más se demostró como al pueblo, a la opinión pública, al que paga impuestos, a las clases sociales que crean y desarrollan el país, se les engañó, como tantas veces, una vez más tapando y tapando para no ver las escorias de quienes asumen los poderes, los trajinan a su acomodo y después se presentan como dificultades de circunstancias ocasionales. Todo es un engaño, una película de mentiras y ya no se sabe cuál es mejor si los que salen o los que entran porque parecen marcados con el mismo estigma.