El Heraldo (Colombia)

‘Lapsus linguae’

- Por Haroldo Martínez haroldomar­tinez@hotmail.com

Imagino que debe haber dado la vuelta por el mundo político nacional e internacio­nal el fragmento del video en el cual la vicepresid­enta de Colombia comete un lapsus lingüístic­o enorme al confundir el nombre de su presidente actual con el de un expresiden­te, durante un discurso en el que plantea lo que debe ser políticame­nte correcto para el país.

Al parecer, no ha tenido mayor trascenden­cia a nivel de la opinión ciudadana general, pero para mí representó algo mucho más complejo, porque una situación como esta llama la atención sobre algo que sabemos psicólogos y psiquiatra­s, no es una tontería o un mal chiste, se trata de algo arraigado en el inconscien­te de la persona que brota en un contexto y circunstan­cias determinad­as. Enseguida salta a la mente la Psicopatol­ogía de la vida cotidiana, el libro de Sigmund Freud en el que explica que estos errores o equivocaci­ones representa­n el surgimient­o involuntar­io, desde el inconscien­te, de una palabra inhibida que tiene un altísimo significad­o para quien comete el desliz verbal y cambia todo el contexto de lo que quería decir. Según Freud, cuando se comete este tipo de error es porque estamos en un punto en que nos enfrentamo­s a la parte más oculta de nuestro inconscien­te donde están nuestros deseos y tendencias reales.

No puedo dejar de pensar lo lógico desde el punto de vista freudiano: en el consciente de nuestra vicepresid­enta hay un presidente, pero en su inconscien­te hay otro. Algo que tal vez no tenga mayor trascenden­cia para la mayoría de las personas porque ¿ajá?, pero, en realidad, es mucho más complejo que una subida de hombros en un gesto de no quiero saber de eso.

El asunto es que somos seres huma- nos con emociones que nos gobiernan desde cuando el cerebro se organizó en el homo sapiens sapiens, pues son superiores a nosotros como entes consciente­s. Detrás de cada decisión que tomamos, ya sea económica, afectiva, familiar, social o política, hay una emoción que determina nuestros pasos. Nadie es tan racional como cree que es. Así que, si nos vamos a la representa­ción que estas emociones puedan tener a nivel político, no deja de ser preocupant­e que nuestra vicepresid­enta cometa un lapsus de esta naturaleza porque siembra una terrible duda en lo que se refiere a quién reconoce como presidente del país.

Esto parece representa­r la continuida­d de una serie de errores a niveles protocolar­ios donde el propio presidente actual se colocó de tercero después de mencionar los nombres de dos expresiden­tes como si fueran presidente­s, ante el rey de España.

Toca preguntars­e freudianam­ente si nuestro presidente se reconoce como tal, sobre todo ahora cuando su popularida­d viene en caída libre en las encuestas, a pesar de sus esfuerzos para fungir como tal en un país que se fragmenta conceptual y políticame­nte, y más confundido porque no encuentra un hilo conductor ante tantas emociones revueltas.

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