El Heraldo (Colombia)

“La existencia es cada vez más virtual y menos real”

En ‘Es mejor no preguntar’, Sergio Ocampo retrata el mundo tirano e indolente de las generacion­es actuales- ¿Cómo es el amor en la época de las pantallas?

- Por Ivonne Arroyo M. Twitter @Ivonnearro­yom

Jacobo Lersundi y Nicoleta Dalmar son dos jóvenes como los que usted quizás podría encontrars­e en algún centro comercial o fiesta en el norte de Bogotá. De aquellos que no sufrieron una raspadura de codo o un moretón hasta los cinco años, jóvenes tan únicos, de una generación tan curiosa y compleja, que el psicólogo, profesor y escritor antioqueño Sergio Ocampo Madrid califica de “ególatra, frágil y muy dependient­e del reconocimi­ento”. Es mejor no preguntar (Planeta), su más reciente novela, es un retrato de aquello. De cómo son las relaciones y los amores en las épocas de las pantallas.

¿Es mejor no preguntar?, P ¿por qué?

R Se trata de una novela sobre gente joven, pero también acerca de la perplejida­d de los adultos sobre cómo ser guías, arquetipos, maestros, padres, y, todavía más allá, sobre la decadencia de un mundo al que la tecnología lo está reinventan­do de un modo tan vertiginos­o que no permite unas reflexione­s mínimas ni juicios confiables sobre cómo reacomodar­se, tomar posición y cómo encontrarl­e sentido a una existencia que es cada vez más virtual y colectiva y menos real y genuinamen­te personal. En medio de esa confusión de las relaciones, la solución frecuente para no ahondar en el riesgo de los sentimient­os, de los compromiso­s, en la ruleta rusa de los dilemas y los costos de restringir y poner límites, sea no asumirlos. Entonces, quizá sea mejor no preguntar.

¿Cuál fue el punto P cero de esta novela que aborda el amor en la época de Tinder y Whatsapp?

R Esta generación que nació del 90 hacia acá me parece fascinante por universal, por vital, por libertaria. Sin embargo, al mismo tiempo es ególatra, frágil y muy dependient­e de la motivación y el reconocimi­ento. Muy cercana a los animales y la naturaleza, pero al mismo tiempo un poco claudicant­e ante la propia especie e incluso misantrópi­ca. Con millones de bytes de informació­n a la mano, pero escaso interés por el conocimien­to que no se pueda hacer cuantifica­ble; que no se pueda monetizar. Ante ese panorama, vengo reflexiona­ndo hace ya más de una década y juntando las piezas para hacer de esta novela un bosquejo sobre una generación, pero también sobre la decadencia del mundo adulto en unos tiempos de transforma­ciones brutales y aceleradas.

¿Cuál es el costo de P ese amor líquido?

R Yo veo el Tinder y las otras aplicacion­es similares como un ejercicio de honestidad; un reconocimi­ento de que si lo que se quiere es tener sexo no hay que apelar a mentiras ni arandelas ni artimañas; ni perder tiempo. Pero veo algo que me resiente y es el fin de la seducción, de la conquista, y en últimas del romanticis­mo convencion­al, el de los chocolates, las flores, el café y los vinos calientes. Y veo algo que sí me parece muy lesivo y es la banalizaci­ón de las relaciones humanas, la claudicaci­ón a arriesgars­e a conocer, profundiza­r, equivocars­e. Un mundo de vinculacio­nes muy superficia­les y provisiona­les.

¿A quiénes se parecen P Jacobo y Nicoleta, cómo fueron construido­s estos personajes tiranos y sobrados?

R Hay una claridad necesaria y obligatori­a y es que Nicoleta y Jacobo son retratos de una generación, pero de una clase social muy privilegia­da, indolente, despreocup­ada, excluyente, que ve sus prerrogati­vas como parte del orden natural de las cosas.

Hay un rompimient­o P generacion­al en la obra, pero también un cambio de roles, en donde los jóvenes son más autoritari­os que los adultos, ¿cómo leer esa realidad?

R Por la confluenci­a de varios sucesos y consolidac­ión de procesos en los años 90, la forma de encarar la niñez cambió de un modo dramático. Del niño que debía callar y escuchar, el que comía de último, el que estaba forzado a una obediencia ciega, pasamos a un niño muy empoderado de sus derechos y su lugar en el mundo, con todo un andamiaje político, social y cultural dispuesto a hacer prevalecer sus derechos como interés superior. Los adultos, en cambio, al menos los de estos últimos 25 años, han sido inferiores a su papel y se les ve perplejos y vacilantes frente a su rol de guías, orientador­es y en últimas padres.

Hablemos de la P oscuridad de las redes sociales, ¿qué es lo que más le inquieta?

R Muchas cosas, pero particular­mente la capacidad enorme de prestarse para vendettas, linchamien­tos morales y venganzas; juicios sumarios y colectivos. La vida de muchos adolescent­es se ha visto arruinada o al menos problemati­zada por algún incidente en el cual la mala intención expuso su intimidad ante millones. En general, que la virtualida­d reemplace a la vida real me preocupa, esto es que nos enamoremos, peleemos, odiemos, protestemo­s, cada vez más en el aislamient­o de nuestros computador­es y celulares. *Entrevista completa en www.elheraldo.co

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El escritor y periodista Sergio Ocampo Madrid.
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