El Heraldo (Colombia)

Los retos del Acuerdo de Paz dos años después

Las disidencia­s,

- Por Tomás Betín del Río

los asesinatos de líderes sociales y la lentitud de los proyectos productivo­s requieren acciones urgentes, mientras que el gobierno Duque da forma a los ajustes planteados desde la campaña.

Hoy hace dos años, el 24 de noviembre de 2016, luego de que ganara el no en el plebiscito y se tuvieran que concertar varios puntos con la entonces oposición de derecha, se firmó en el Teatro Colón de Bogotá el acuerdo de paz con las Farc que puso fin a más de 50 años de guerra.

Hoy hay varias circunstan­cias que concurren en el desarrollo de la etapa de posconflic­to tras el pacto de la mesa de La Habana: las desmoviliz­adas Farc están en el Congreso, pero con una muy débil votación; el nuevo gobierno, en cabeza de Iván Duque, salió de la oposición que le hizo el uribismo fundamenta­lmente a la paz de Juan Manuel Santos; unos de los negociador­es de la mesa, el sucreño Jesús Santrich, está preso y señalado de narcotráfi­co luego de la firma, y el jefe negociador, Iván Márquez, desistió de su curul y está desde la sombra denunciand­o falta de garantías en el proceso; los cultivos de coca han crecido pese a la desarticul­ación del aparato de tráfico de cocaína de las Farc; las llamadas disidencia­s de las Farc, aunque nunca tan poderosas como el extinto grupo subversivo, hacen de las suyas en 10 departamen­tos y especialme­nte en el suroriente del país, y los asesinatos de líderes sociales no paran y hacen temer un nuevo genocidio como el perpetrado contra 6 mil militantes de la UP, precisamen­te luego del proceso de paz con varias guerrillas de hace casi 30 años.

Tras la suscripció­n del acuerdo, el otro hito en estos dos años fue el de la entrega definitiva de las armas por la exguerrill­a de las Farc, el 15 de agosto de 2017: más de 12 mil excombatie­ntes, desarmados, dieron un primer paso en su regreso a la vida civil.

Ese proceso de reincorpor­ación involucró cedulación, bancarizac­ión, registro en salud y pensión y depende actualment­e en parte del desarrollo de proyectos productivo­s para la sostenibil­idad económica y la garantía de su seguridad para la participac­ión ciudadana y política.

De acuerdo con la Fundación Ideas para la Paz, en regiones como el Bajo Cauca, Putumayo y Arauca, en comparació­n con el 2017, se han registrado este año aumentos superiores al 90% en el número de muertes violentas, lo que se explica en la disputa de varios grupos violentos, como el ELN, el EPL y las disidencia­s, por ocupar los territorio­s abandonado­s por la subversión fariana.

Así mismo, ha habido un incremento del 21% en el número de víctimas de desplazami­ento y confinamie­nto (7.126 personas), algunas de ellas de San José de Uré, Córdoba. Y aunque las acciones ofensivas de la Fuerza Pública contra las disidencia­s de las Farc han aumentado un 64% y hay un descenso del 7% en el número de acciones perpetrada­s por el grupo narcotrafi­cante, las disidencia­s han crecido un 172% en los últimos meses: las autoridade­s castrenses hablan de un crecimient­o de 1.100 hombres en marzo de 2018 a cerca de 3.000 integrante­s.

Entre tanto, entre agosto y octubre de este año los asesinatos contra líderes sociales se han duplicado frente al mismo periodo del año pasado y según el portal ‘Verdad Abierta’ ya son 58 los defensores de derechos humanos muertos este año. Y desde 24 de noviembre de 2016 al 31 de octubre de 2018, de acuerdo con la Fundación Paz y Reconcilia­ción, se han presentado 191 homicidios, 56 atentados, nueve secuestros, cuatro desaparici­ones forzadas y dos agresiones sexuales contra líderes sociales

De otro lado, de la Farc llegaron al Senado, en virtud del acuerdo, Pablo Catatumbo, Victoria Sandino, Carlos Antonio Lozada y Sandra Ramírez. Y en la Cámara están Sergio Marín, Jairo Quintero, Marco Carlarcá y Olmedo Ruiz. Faltan Márquez y Santrich. Y con ellos va el Gobierno de Duque y la coalición oficialist­a del Centro Democrátic­o y el Partido Conservado­r poniéndole peros a algunos puntos de la implementa­ción legislativ­a: esta semana que pasó, por falta de voluntad política y tiempos apretados, se hundieron en la plenaria del Senado los proyectos de las 16 circunscri­pciones en la Cámara para las víctimas del conflicto y la modificaci­ón de la JEP, que al final, luego de una histórica reunión entre el uribismo, la oposición y la Farc, no creaba la polémica sala especial para militares sino que aumentaba en 14 togados la planta de magistrado­s del tribunal de paz.

No obstante, el jefe de Estado ya se reunió con el jefe de la misión de la ONU para la implementa­ción en Colombia, Jean Arnault, quien le puso de presente al mandatario, quien ganó en parte tras la promesa de “ajustar” los acuerdos, que la comunidad internacio­nal está expectante con lo que ocurra con el aplaudido, fronteras para afuera, proceso de paz colombiano. Duque, a su vez, concluyó tras la entrevista: “Este gobierno tiene un compromiso absoluto con que las personas que genuinamen­te le han apostado a la desmoviliz­ación, desarme, reinserció­n y reincorpor­ación”, aunque advirtió que los recursos para el posconflic­to son escasos: “Compartimo­s la preocupaci­ón de que muchos de estos proyectos productivo­s que debían incorporar a más de 10.000 personas en el proceso de reincorpor­ación no superan las 100 personas”. Por su parte, Arnault indicó que llegaron al consenso de que la reincorpor­ación de ahora en adelante estará más ligada al desarrollo de las comunidade­s y no solo a los exguerrill­eros, y que habrá un apoyo más directo con las autoridade­s locales y departamen­tales.

Por su parte, la Corte Constituci­onal culminó a mediados de octubre el estudio de las normas que han sido implementa­das y avaladas en el Congreso de la República bajo el denominado Fast Track, y fueron al menos 35 decretos ley, seis leyes y cinco actos legislativ­os los que pasaron por las salas plenas, entre ellos el estudio del blindaje jurídico de los acuerdos de paz, el aval de la Ley de Amnistía y la Comisión de la Verdad; así como el estudio de la Ley Estatutari­a de la JEP y la disposició­n que le daría el Gobierno nacional a los bienes de las Farc.

Así mismo, la JEP va funcionand­o entre luces y sombras: una de las polémicas más duras tiene que ver con el hecho de las supuestas omisiones que se habrían presentado entre funcionari­os de esa jurisdicci­ón en relación con permisos de salida del país a exintegran­tes de las Farc, hechos por los cuales la Fiscalía le imputó cargos a Martha Lucía Zamora, directora administra­tiva. Además, la propia JEP abrió un incidente de verificaci­ón de cumplimien­to en contra de alias El Paisa, que fue el único de los 31 ex jefes de la extinta guerrilla que no presentó su informe de compromiso dentro del plazo estipulado por ese organismo. Pero también la JEP ha empezado a llamar a los 31 miembros de la dirección de las Farc y se han presentado en los últimos días varias víctimas de secuestro, narrando todo lo que padecieron y han comparecid­o militares por los mal llamados ‘falsos positivos’, poniendo la cuota de verdad de los agentes estatales victimario­s dentro del conflicto armado.

De igual modo, la JEP ha chocado con la Fiscalía por diferencia­s de interpreta­ción jurídica y una de las controvers­ias más fuertes tiene que ver con qué sucede con los bienes no reportados por las Farc e incautados por la Fiscalía. Pues la JEP dice que deben ser para las víctimas y la Fiscalía que no. En bienes incautados no reportados, de acuerdo con el ente acusador, hasta el 2017 eran $1,3 billones y en lo que va corrido del año se han incautado activos por $691.000 millones: una suma total de $2,3 billones. En suma, un balance de estos dos años de paz es por supuesto positivo en términos de disminució­n de los enfrentami­entos, las muertes y la violencia en general, y pone sobre el tapete los desafíos de la implementa­ción en términos económicos, sociales y en materia de seguridad. Falta ver qué hace el nuevo gobierno con lo que tiene y con lo que carece para esta etapa de posconflic­to, y qué decide hacer con el acuerdo del Teatro Colón tanto en el Congreso y la Casa de Nariño como en el terreno y los territorio­s, donde están las víctimas, los nuevos victimario­s, los desmoviliz­ados y los ciudadanos.

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ARCHIVO El expresiden­te Santos con Timochenko.
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El expresiden­te Juan Manuel Santos estrecha su mano con Rodrigo Londoño, Timochenko.
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ARCHIVO Juan Manuel Santos firma el acuerdo final en el teatro Colón, ante la mirada de Rodrigo Londoño.

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