El Heraldo (Colombia)

Al oído del Sr. Presidente II

- Por Iván Cancino @cancinoabo­g

Creí haber dado por cerrado el tema de los primeros 100 días del presidente Duque como gobernante con mi columna de hace ocho días. Pero muchos lectores me hicieron notar en las redes sociales que me había quedado corto en el primer corte de cuentas al señor presidente.

Hablemos de sus ministros. Creo que al que mejor le ha ido es al canciller Carlos Holmes Trujillo. Él, sin duda, es un hombre serio y ponderado, cuyo estilo se encuentra arropado por una palabra clave para ser titular de exteriores: diplomacia.

Al doctor Trujillo solamente le diría que no hay derecho a que aún continúen en embajadas y consulados todos los ‘lavaperros’ del Nobel de Paz. Antes de irse, en los primeros días de agosto, Santos mandó a temperar (y a ganar en euros y dólares) a todos aquellos que durante ocho años lo adularon. Y ahí siguen, agazapados, como si toda la vida hubiesen sido uribistas-duquistas.

Sigamos con la ministra de Justicia, Gloria María Borrero. La verdad es que su gestión ha sido lamentable. No le sale una. Ella viene de la Corporació­n Excelencia en la Justicia, que no es otra cosa que una ONG que se dedica a criticar a quien no le para bolas y a alabar a aquellos que les dan contratos y les lamben.

No entiendo cómo el presidente Duque tiene como ministra a Borrero, cuando en su primera entrevista tomó partido en favor de los enemigos de su gran elector: el expresiden­te Uribe.

Ciertament­e, Duque acertó al poner en los ministerio­s por igual a hombres y mujeres. Pero, a decir verdad y sin machismos, hay unas ministras que dan pena. Aparte de Borrero, creo yo, de las ministras del Interior, Minas, Educación y Cultura no sale una. Qué mediocrida­d la de las cuatro. Producen pena ajena. Todo lo que hacen y dicen termina en fuera de lugar. Miren no más a la de Educación: los estudiante­s del país la tienen contra las cuerdas.

Del ministro de Defensa, Guillermo Botero, es muy poco lo que hay que decir. Recién se posesionó, criminaliz­ó la protesta social y su gestión quedó valiendo un peso. No volvió a hablar. A lo mejor tiene razón: es mejor guardar silencio antes que hablar bobadas.

Del corazón de Duque son los ministros de Hacienda y de Trabajo. El primero un hombre técnico, inteligent­e, bien intenciona­do. De Alicia Arango he escuchado buenos comentario­s. Pero, ¿tendrá la sensibilid­ad para lidiar, por ejemplo, con sindicalis­tas? Yo no creo. Y creo que ella tampoco.

Del resto de ministros sabemos muy poco. En Vivienda no tengo ni la más mínima idea quién está. De los otros, ni fu ni fa. No suenan ni truenan. Hasta mejor así. Claro, desde la visión de ellos.

Y por regiones, más mal no pudieron haber quedado repartidos los ministerio­s. Tal vez Duque no entendió que los departamen­tos que mayor número de votos le dieron debieron tener mayor presencia en su gabinete. Antioquia, por ejemplo, fue premiado con el Ministerio de Salud, en cabeza del doctor Juan Pablo Uribe, quien, si bien nació en Medellín, debió haber llegado a Bogotá cuando aún era un adolescent­e.

Presidente Duque, lo sigo apoyando y estoy seguro de que usted corregirá el rumbo para el bien del país y para impedir que la izquierda tome el poder. En sus manos está.

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