Castigo implacable a los corruptos
Encuadernar un país que está descuadernado no es tarea solo de un gobierno. Se requiere de la voluntad de todos, en especial de la llamada “clase dirigente”, que debe dar señales claras de su compromiso con la suerte del país. En ese sentido la lucha contra la corrupción es fundamental. Si esa bandera no logra arropar a todos los colombianos es muy difícil que otra lo haga. En la lucha contra la corrupción no puede haber tibieza ni doble discurso. Debe ser implacable, caiga quien caiga. Es el caso de las investigaciones que se adelantan por el “caso Odebrecht”, cuyas pesquisas deben llevarse hasta las últimas consecuencias. Tanto el fiscal general, Néstor Humberto Martínez, como el empresario, Luis Carlos Sarmiento, han dado explicaciones sobre sus actuaciones. El primero como abogado del segundo y el segundo como cabeza visible del grupo económico que se asoció con Odebrecht en grandes negocios en el país. El país sigue expectante el desarrollo de los acontecimientos, con la certeza de que no es hora de cálculos políticos, ni mucho menos de estratagemas dilatorias que impidan conocer la “verdad verdadera” de lo ocurrido. El encuadernamiento del país está directamente relacionado con el castigo que reciban quienes hayan actuado por fuera de la ley.