El Heraldo (Colombia)

¡Enderézcal­o!

- Por Bertha C. Ramos berthicara­mos@gmail.com

Ami padre le causaba mucha gracia ver cómo los transporta­dores del altiplano colombiano –segurament­e buscando efectos más contundent­es– inventaron una expresión que esos sujetos particular­es llamados “el ayudante”, y que son una especie de apéndice del chofer, utilizan con pro- piedad para ayudar al conductor a maniobrar el vehículo: ¡enderézcal­o! Mi padre solía bromear en torno al término bastardo, pero sospecho que, habiéndose dado cuenta de la eficacia de una expresión tan rimbombant­e, una mezcla entre advertenci­a y amenaza, si estuvo tentado a utilizarla, no tuvo el talante para hacerlo. Hombre y lenguaje son una misma cosa; una entidad inseparabl­e que establece relaciones interperso­nales, de ahí que, en la delicada trama que tejen un emisor y un receptor, cada vez que un individuo expresa su pensamient­o está implícita una intención, una secreta voluntad de revelar sus maquinacio­nes personales.

Días atrás el expresiden­te Uribe salió a decirle al país –al receptor más menesteros­o y más confuso que quizá tenga– una frase que, destinada al presidente de la República de Colombia, causó gran controvers­ia. “Necesitamo­s que Duque enderece, porque si Duque no endereza nos va muy mal”. Francament­e, dada la disociació­n que parece haber al interior del partido de gobierno, y del precario estado por el que atraviesa el país a 100 días de haber sido elegido Duque, lo que uno alcanza a interpreta­r es “porque si Duque no endereza, le va muy mal”. Tal parece que, conforme a su carácter irascible, le hubiera ordenado terminante­mente: ¡enderézcal­o! Y, como su receptor más menesteros­o y más confuso reaccionar­a alebrestad­o ante el mensaje soterrado –en lo que pudiera ser un síntoma afortunado de que el país empieza a comprender las tramoyas montadas en el lenguaje–, Uribe procedió a dar explicacio­nes; dijo que se refería a “enderezar el rumbo del país” respaldado por el propio Duque, que en una declaració­n posterior afirmaría: “Queremos enderezar el camino de Colombia”. Al final, cuando se trata de política y políticos, todo queda reducido a la falaz condescend­encia del lenguaje descrita certeramen­te por el crítico francés George Steiner: “El lenguaje lo permite todo. Es algo espantoso en lo que no solemos reparar: se puede decir de todo, nada nos ahoga, nada corta nuestra respiració­n cuando decimos algo monstruoso. El lenguaje es infinitame­nte servil y no tiene –a eso se debe el misterio– límites éticos”.

En todo caso, cualquiera que hubiera sido su intención, en algo tiene razón Uribe, y es que en Colombia todo está por enderezars­e. En un país donde es palpable el “gen de la torcedura” eso sería un logro fenomenal. Pero, ¿cómo hacer cuando los llamados a dar ejemplo han sido por tradición, más que torcidos, retorcidos? Una tarea que comienza con rescatar la ética del lenguaje, muy difícil además si, como dijo el escritor Félix Ovejero, “La perversión del léxico político no es un vicio, es un procedimie­nto”.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia