Solo unos pocos
La inercia del lenguaje periodístico –y también del político– nos conduce a creer que Colombia entera siguió con atención el escalofriante debate del pasado martes en el Senado. Pero la verdad es que la mayoría no se enteró de lo que pasaba, ni mucho menos de la gravedad de los hechos que se expusieron allí, en el máximo escenario de la democracia.
Mientras el grueso de los ciudadanos trabajaba en su empleo mal pagado, o veía la telenovela, o daba vueltas en la cama pensando en cómo pagar las cuentas, tan solo una pequeña parte de nosotros, por razones disímiles, asistimos al espectáculo triste que confirmó, una vez más, la consunción que nos define.
Así que fue una pequeña parte de nosotros, y no Colombia entera, la que escuchó las contundentes revelaciones que señalan a los corruptores y a los corrompidos involucrados en el escándalo de Odebrecht-Sarmiento, entre quienes se destacan unos cuantos funcionarios de los últimos dos gobiernos, algunos congresistas, el hombre más rico de Colombia y el fiscal general, Néstor Humberto Martínez.
Así que fue una pequeña parte de nosotros, y no Colombia entera, la que tuvo que tragar, sin masticarlos, los nombres, las cifras y los métodos mafiosos de quienes se han comprado a buen precio un país que siempre estuvo en venta.
Así que fue una pequeña parte de nosotros, y no Colombia entera, la que soportó la intervención desafiante, cínica y agresiva del fiscal Martínez, cargada de obviedades, desprovista de la serenidad del servidor público obligado a rendir cuentas, matizada con torpes y fracasados intentos de sarcasmo, y con una que otra infidencia sobre seguimientos ilegales a sus acusadores, abundante en referencias de tinterillo que le tuerce el pescuezo a la Ley, aferrándose al numeral del inciso del parágrafo.
Así que fue una pequeña parte de nosotros, y no Colombia entera, la espectadora de un video viejo y sin audio, proyectado fuera de todo contexto, en el cual el líder de la oposición, Gustavo Petro, recibe un puñado de billetes; una estrategia baja de la derecha impresentable para desviar la atención del asunto principal, la indignidad del fiscal Martínez, y de sacar del camino al incómodo excandidato presidencial, el mismo que ha descubierto y denunciado decenas de crímenes que involucran a importantes personajes, algunos de los cuales estuvieron sentados en su silla del Capitolio durante toda la jornada.
Así que fue una pequeña parte de nosotros, y no Colombia entera, la que fue testigo de un capítulo más de nuestro infausto trasegar por la historia, toda ella llena de corruptelas, mangualas, conspiraciones, robos y desvergüenzas.
Y es precisamente porque la mayoría de los colombianos –quienes son las víctimas reales de las triquiñuelas de los corruptores y de los corrompidos– no pueden o no quieren enterarse de lo que en realidad pasa en su país, que Néstor Humberto Martínez seguirá ensayando sus torpes sarcasmos sentado en su silla de fiscal general, mientras el país entero, y no solo la minoría, hablará hasta el cansancio del video en el que Petro recibe un puñado de billetes.