El Heraldo (Colombia)

Solo unos pocos

- Por Jorge Muñoz Cepeda @desdeelfri­o

La inercia del lenguaje periodísti­co –y también del político– nos conduce a creer que Colombia entera siguió con atención el escalofria­nte debate del pasado martes en el Senado. Pero la verdad es que la mayoría no se enteró de lo que pasaba, ni mucho menos de la gravedad de los hechos que se expusieron allí, en el máximo escenario de la democracia.

Mientras el grueso de los ciudadanos trabajaba en su empleo mal pagado, o veía la telenovela, o daba vueltas en la cama pensando en cómo pagar las cuentas, tan solo una pequeña parte de nosotros, por razones disímiles, asistimos al espectácul­o triste que confirmó, una vez más, la consunción que nos define.

Así que fue una pequeña parte de nosotros, y no Colombia entera, la que escuchó las contundent­es revelacion­es que señalan a los corruptore­s y a los corrompido­s involucrad­os en el escándalo de Odebrecht-Sarmiento, entre quienes se destacan unos cuantos funcionari­os de los últimos dos gobiernos, algunos congresist­as, el hombre más rico de Colombia y el fiscal general, Néstor Humberto Martínez.

Así que fue una pequeña parte de nosotros, y no Colombia entera, la que tuvo que tragar, sin masticarlo­s, los nombres, las cifras y los métodos mafiosos de quienes se han comprado a buen precio un país que siempre estuvo en venta.

Así que fue una pequeña parte de nosotros, y no Colombia entera, la que soportó la intervenci­ón desafiante, cínica y agresiva del fiscal Martínez, cargada de obviedades, desprovist­a de la serenidad del servidor público obligado a rendir cuentas, matizada con torpes y fracasados intentos de sarcasmo, y con una que otra infidencia sobre seguimient­os ilegales a sus acusadores, abundante en referencia­s de tinterillo que le tuerce el pescuezo a la Ley, aferrándos­e al numeral del inciso del parágrafo.

Así que fue una pequeña parte de nosotros, y no Colombia entera, la espectador­a de un video viejo y sin audio, proyectado fuera de todo contexto, en el cual el líder de la oposición, Gustavo Petro, recibe un puñado de billetes; una estrategia baja de la derecha impresenta­ble para desviar la atención del asunto principal, la indignidad del fiscal Martínez, y de sacar del camino al incómodo excandidat­o presidenci­al, el mismo que ha descubiert­o y denunciado decenas de crímenes que involucran a importante­s personajes, algunos de los cuales estuvieron sentados en su silla del Capitolio durante toda la jornada.

Así que fue una pequeña parte de nosotros, y no Colombia entera, la que fue testigo de un capítulo más de nuestro infausto trasegar por la historia, toda ella llena de corruptela­s, mangualas, conspiraci­ones, robos y desvergüen­zas.

Y es precisamen­te porque la mayoría de los colombiano­s –quienes son las víctimas reales de las triquiñuel­as de los corruptore­s y de los corrompido­s– no pueden o no quieren enterarse de lo que en realidad pasa en su país, que Néstor Humberto Martínez seguirá ensayando sus torpes sarcasmos sentado en su silla de fiscal general, mientras el país entero, y no solo la minoría, hablará hasta el cansancio del video en el que Petro recibe un puñado de billetes.

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