El Heraldo (Colombia)

¿Y Odebrecht?

- Por María Fernanda Matus @MariaMatus­V maria.matus.v0@gmail.com

Colombia ni siquiera tiene derecho a la nostalgia porque nos condenaron a un pasado perpetuo. No existe un ayer mejor ni mucho menos un mañana. Es un vacío constante de injusticia, desigualda­d y corrupción. Es esa misma clase política, esos mismos empresario­s, esa misma élite.

Jorge Enrique Robledo, Gustavo Petro y Angélica Lozano plantearon varios cuestionam­ientos y presentaro­n diferentes hechos con respecto al caso de Odebrecht en la plenaria del Senado. Néstor Humberto Martínez participó en el debate. No respondió a ninguno de los planteamie­ntos. Por el contrario, se basó en ambigüedad­es como Dios, la moral, el honor y su supuesto excelente trabajo como fiscal. Ahora, le pregunto: ¿Cuál honor? ¿Cuál moral? ¿Cuál Dios? Además afirmó su posición de poder. Confirmó el seguimient­o a los opositores y lo que les espera si lo siguen señalando. Las institucio­nes están controlada­s por un establecim­iento que dejó en claro quiénes son los que mandan.

A todas estas, mientras vivimos uno de los escándalos de corrupción más alarmantes de nuestra historia contemporá­nea, un escándalo que aparenteme­nte involucra a muchos de la clase política tradiciona­l, al mismo fiscal, entre otros personajes de la vida pública, las cortinas de humo no se hacen esperar.

Así que los titulares de la semana no se basan en la desfachate­z de un fiscal que tiene que renunciar, si no en un video que sacó a la luz pública una senadora que evidenteme­nte defiende a ese fiscal que le debe varias respuestas a la ciudadanía y a la justicia.

Los hechos no son relevantes. Lo verdaderam­ente importante es el senador progresist­a que aparece en un video de hace 14 años recibiendo un dinero. Aunque no hay claridad en el asunto, y Petro debe responder por dichos acontecimi­entos, es inaceptabl­e que el escándalo de Odebrecht sea invisibili­zado por otros sucesos. Aquí lo principal es que el país es carcomido por una clase política clientelis­ta y corrupta. Las institucio­nes están a disposició­n de ellos. Lo público y lo privado se encuentran. Y la verdad quiere ser borrada y manipulada.

El punto no es desviar la atención, es responder a lo principal. ¿Qué hacían Iván Duque y Óscar Iván Zuluaga en la reunión con Duda Mendoça en Brasil? ¿Por qué entró plata de Odebrecht a la campaña de Zuluaga en 2014? ¿Por qué Juan Manual Santos no es claro con respecto al dinero que entró a su campaña en 2010 y 2014 de la multinacio­nal brasileña? ¿Álvaro Uribe no supo nada de ambas campañas? ¿Por qué Sarmiento Ángulo no especifica qué sucedió con Navelena, la Ruta del Sol, Corficolom­biana y Odebrecht? ¿Por qué Néstor Humberto Martínez no acepta su inhabilida­d en el caso Odebrecht? ¿Por qué lo pusieron en la Fiscalía a pesar de saber que no era apto para el cargo? ¿Precisamen­te eso era lo que querían? ¿Un fiscal que les sirviera para encubrir?

Las preguntas son interminab­les y no llega ninguna respuesta. Por ahora, ignorar las cortinas de humo y exigir la verdad son nuestros únicos objetivos.

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