Cometer aciertos, chimbo, pelele
P.: En su columna de EL HERALDO del 10 de noviembre, el doctor Cancino usó la expresión “cometer aciertos”. ¿Es válida? Gustavo Mejía V., B/quilla.
No lo es. En sentido estricto,
R.: ‘cometer’ significa ‘incurrir en una falta’. Viene del latín committo
(committĕre), uno de cuyos sentidos es ‘ser culpable de; pecar, faltar; ser causa de’. El diccionario dice de ‘cometer’: “Caer, incurrir en una culpa, yerro, falta…”. Por lo tanto, una persona no comete una buena acción o una obra de caridad o un acierto, sino un desfalco, un crimen o un error… ‘Cometer aciertos’, salvo en un contexto poético, no es expresión correcta, aunque desconozco si se usa en el lenguaje jurídico, que domina el doctor Cancino. P.: Significados de ‘chimbo’ según las regiones. Enrique de la Rosa, B/quilla.
R.: Chimbo/a es voz coloquial que, al menos en nuestro país, en masculino puede referirse a algo malo (“el partido estuvo chimbo” –pésimo–); y en femenino puede aludir a algo bueno (“el carro nuevo de Luis es una chimba” –lujoso–). Quizá proceda de Ecuador, en cuyos Andes vivían los chimbos, indígenas preincaicos. En un diario en línea de ese país leí que “Del quechua ecuatoriano chimbana (pasar, atravesar) o del quechua peruano chimpay (cruzar un río) derivó el sustantivo chimbador”, que se refiere al subastador que hace trampas en un remate. También derivó chimbar u oficio del chimbador o de quien defrauda. En el Caribe colombiano es algo cansón, aburridor (“qué baile tan chimbo”), y en todo el país es algo fraudulento (“me pagó con un cheque chimbo”) o de mala calidad (“ese trago está chimbeado” –en el interior es chiviado–). Alario di Filippo afirma que en Nariño significa trenza, y que en Antioquia (también en el Eje Cafetero, en el Valle y en el Tolima) es el miembro viril. En casi todo el país, chimba son los genitales femeninos, y en varias partes una mujer bonita. En Bogotá es algo pasado de moda o muy usado.
P.: ¿De dónde viene la palabra pelele? Carlos Mazeneth, Manizales.
R.: Pelele, o persona rudimentaria e incapaz, y, por lo mismo, manipulable, es un madrileñismo que se refiere a muñecos de trapo rellenos de paja y con poses desfiguradas. En la capital española eran manteados y “martirizados” por el pueblo raso en las carnestolendas, o ubicados en los balcones, parecido a lo que sucede en Barranquilla en época de Carnaval, cuando figuras hechas de materiales semejantes son dispuestas frente a casas o edificios. La palabra apareció hacia 1800, en Apuntaciones sueltas de Inglaterra, crónica de viaje del escritor español Leandro Fernández de Moratín. Según Joan Corominas, pelele es “voz tardía de origen incierto. Parece de creación expresiva, o bien cruce de ‘lelo’ con otro vocablo”. Estas palabras, cruzadas por el pueblo, podrían ser ‘lelo’ o ‘lele’ (tonto, bobo) y la latina pellĭs (piel, cuero), en alusión al pellejo u odre donde se envasa vino; es decir, pelele sería un tonto manipulable y borracho.