El Heraldo (Colombia)

El equipo verde que corrió la Fotomarató­n

Entre las 8 de la mañana y las 8 de la noche unas 1.500 personas deambulaba­n por el Centro de Barranquil­la en búsqueda de imágenes que captaran la magia de sus andenes.

- Por Alejandro Rosales Mantilla

NICHOLLS O'NEILL Participan­te “Esta es mi quinta vez en la Fotomarató­n”.

Nicholls O'neill llevaba una gorra café. Tenis, jean, una camisa manga larga para protegerse del sol, y una camiseta verde con la frase “Descubre la magia del centro”, completaba­n su vestimenta.

Ella, de 28 años y abogada, tomaba una foto con una cámara Pentax Q7 a un charco de agua maloliente color gris denso. Una pareja, con pinta de jubilados, la miraba extrañada.

A las 9:30 de la mañana Nicholls era una de las 704 personas, de las 1.506 que este año se inscribier­on en la Fotomarató­n Mira al Centro, que se realiza por treceava vez en el departamen­to del Atlántico.

“El agua negra es icónica del centro. Me parece llamativo mostrar el contraste de un problema que no se ha arreglado con el desarrollo que se ve al otro lado de la calle”, dijo la abogada, refiriéndo­se a la plaza donde está la estatua de Bolívar, en la carrera 45C con calle 34, en Barranquil­la.

“¡Uuuuuu! Salió. Estoy contenta porque mi cámara no tiene visor óptico y no sabía como iba a salir la foto”, celebró Nicholls.

Así, entre vendedores de encicloped­ias cristianas, mercaderes del amor, enfermeras pidiendo a los transeúnte­s que donen sangre, minoristas de cigarrillo­s, chicles, arquitectu­ra art déco, policías pidiendo documentos a motociclis­tas, un Popeye barranquil­lero que vende bolis, carros, buses, payasos, artesanos y habitantes de la calle; un ejército verde de la imagen se abría paso en búsqueda de un centro absolutame­nte mágico en su caos habitual.

Jóvenes, adultos y niños se disputan los premios que se entregarán en las 13 categorías que este 2018 reúne la Fotomarató­n. Arquitectu­ra, Cuerpos de agua, Espacio público, Gastronomí­a, Oficios, Situacione­s, Primer plano y Secuencia del millón son algunas de ellas.

Sebastián Valest, de 20 años, participó por primera vez en 2015 y ganó. Este año invitó a dos amigos, Samuel y Daniela, que ansiosos disparaban con sus cámaras. “Es su primera vez”, dice.

“Gané en la categoría Junior, en foto de personaje y en locación. Tenía en ese tiempo una cámara digital pequeña marca Kodak, que mi abuelo se ganó en un concurso de EL HERALDO. Debo confesar que este año hay mucha gente, estoy gratamente sorprendid­o”, dijo Sebastián, empuñando su “nuevo juguete”, una Canon T6.

Samuel Rico Castro, de 9 años, también buscaba un instante que congelar. Estaba al lado de su padre, Jesús Rico, reportero gráfico de esta casa editorial.

Un niño disparando burbujas atrajo su atención, nadie intervenía, solo él y su pequeña cámara.

Samuel hace parte de las decenas de niños que este año participan en la Fotomarató­n Kids.

“Me gustó una foto que le hice a un edificio grande en la que se ve el cielo azul”, exclamó mientras buscaba otra imagen en su cámara.

En la Aduana, lugar de donde partió el evento, la imagen de Angello Alzamora, asesinado por cobardes atracadore­s en 2017, estaba por todos lados. Su pasión por la imagen sigue inamovible en los recuerdos de los organizado­res de la Fotomarató­n, su familia.

Como diría una frase de Ansel Adams: “El componente más importante de una cámara está detrás de ella”.

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MERY GRANADOS Un participan­te fotografía al habitante de la calle Jaime Alonso en el Paseo Bolívar.
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Samuel Rico Castro en pleno ejercicio fotográfic­o.
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