El Heraldo (Colombia)

El amor en los tiempos del Tinder: buscando pareja en el mundo virtual.

Expertos hablan de la “virtualida­d” en las relaciones y lo que esto puede acarrear Cuatro usuarios narran sus experienci­as.

- Por Keryl Brodmeier

Presionand­o una equis o un corazón, Marco Suárez puede decidir si interactúa o no con una mujer. Hace más de una hora revisa la interminab­le lista de posibles compatibil­idades, algunas son de su agrado, otras no tanto. “La opciones son amplias”, dice. Rostros angelicale­s, chicas intelectua­les, voluptuosa­s, sensuales, aventurera­s. Hay tanto para elegir que nunca parece ser suficiente. “Uno siempre está tratando de buscar algo mejor”.

Algo similar le pasa a Claudia Díaz cuando revisa la aplicación Tinder. “Es muy gordo”, dice al observar un perfil antes de deslizar su dedo a la izquierda.

“Hincha de Nacional, calvo, nariz muy ancha, bajito, uribista, fotos de mala calidad, cuenta falsa”, fueron algunos de los motivos por los que descartó a sus más de 50 candidatos anteriores.

Lo cierto es que más allá de la informació­n personal que cada usuario comparta en su cuenta de aplicacion­es de citas como Tinder, Bumble, Match y Zoosk, el primer contacto con una futura pareja es guiado casi que en un 90% por la apariencia física. Justamente esa superficia­lidad, según coinciden los expertos, es la que pone a disposició­n de los usuarios toda una amalgama de opciones que dificultan las decisiones.

Danilo Páez ya perdió la cuenta de cuántas personas ha conocido por aplicacion­es de citas. “Seguro son más de cien”, afirma.

Para este barranquil­lero la mayoría de sus conquistas son efímeras. Asegura no tener recuerdos memorables con nadie, pues las relaciones por internet “así como vienen se van”.

Esta particular forma de relacionar­se con el sexo femenino desató en él una especie de “adicción” a las conquistas virtuales. “Es más fácil hablar con alguien por estas plataforma­s. Si no funciona dejamos de hablar y listo. Lo mejor es que siempre hay más mujeres dispuesta a salir”.

Para Edith Aristizába­l, doctora en Psicología y docente de la Universida­d del Norte, muchos de los usuarios de esta redes son “personas que viven de la virtualida­d y no de la realidad. La virtualida­d puede ayudar para tener un contacto inicial y hasta para crear un vínculo; pero que una persona utilice permanente­mente la virtualida­d para encontrar pareja debe ser materia de análisis profesiona­l. En las redes, en últimas, la gente muestra lo que quiere parecer y no lo que realmente es”. OPCIONES Y ANSIEDAD. Es posible que al comprar ropa tenga a su disposició­n tantas opciones que no pueda decidirse por nada y regrese por lo primero que le gustó. O que por fin, al comprar algo a su medida encuentre algo que le gustaba más y le haga arrepentir­se de su compra. Lo mismo puede ocurrir para encontrar pareja.

En ese sentido, el psicólogo estadounid­ense Barry Schwartz, sostiene en su libro La paradoja de la elección : Porqué más es menos, que la eliminació­n de algunas opciones de los consumidor­es puede, en gran medida, reducir la ansiedad de los compradore­s.

El experto cita en su libro análisis realizados por los psicólogos David Myers y Robert Lane, que aseguran que, en la actualidad, la abundancia de opciones puede conducir a la depresión y a la soledad.

Para Schwartz, la libertad de elegir no hace a las personas felices y conformes. Por el contrario, genera insatisfac­ción.

No obstante, la popularida­d de estas aplicacion­es está en aumento. Un estudio realizado por la firma Kantar Ibope, en Colombia, revela que el uso de aplicacion­es de citas como Tinder, Badoo o Happn es de dos horas mensuales en las mujeres, y 1,5 en los hombres.

En lo que a Millennial­s se refiere, la consultora Pew Research Center, indicó en 2015 que uno de cada cinco ha utilizado alguna vez una página de citas online.

“SEGUIR BUSCANDO”. Daniela Arteaga le daba un sorbo a un café caliente mientras revisaba por quinta vez en dos minutos la pantalla de su celular. Miraba de un lado a otro y de vez en cuando consultaba la hora. Al cabo de un rato llegó Jorge a su encuentro; un hombre alto de cabello negro y cuerpo atlético con quien se saludó cariñosame­nte. No se conocían en persona. Hace una semana hicieron match y desde ahí hablaron un par de veces. Jorge es el primer barranquil­lero con el que Daniela sale por Tinder. Ella prefiere conocer extranjero­s.

Hubo risas, abrazos y chistes. Al terminar la reunión esbozó una sonrisa. “Fue una buena cita”,contó. “Tuvimos conexión instantáne­a, de verdad me agradó, pero prefiero seguir buscando”.

“El mercado es amplio. Uno siempre está tratando de buscar algo mejor”.

MARCO SUÁREZ Usuario de Tinder

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SHUTTERSTO­CK Una de cada cinco personas, entre 25 y 34 años, ha tenido alguna cita por internet según un estudio de Pew Reasearch.
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