El Heraldo (Colombia)

Luz al final del túnel

- Por Ricardo Plata Cepeda

El Gobierno nacional convocó el jueves pasado a parlamenta­rios, mandatario­s y empresario­s de la Región Caribe para replantear el camino de solución a la esquiva problemáti­ca del mal servicio de Electricar­ibe. Liderada por el propio Presidente de la República, este quiso que la reunión fuera una explícita demostraci­ón de compromiso de todo el equipo del alto gobierno involucrad­o en el proceso: los ministros de Minas y Energía y de Hacienda, los altos consejeros de las regiones, de la competitiv­idad y de asuntos políticos, la directora de Planeación Nacional, la superinten­dente de Servicios Públicos y la agente intervento­ra de la empresa.

No era para menos: Una vez más el camino se había vuelto intransita­ble. En caso de tener luz verde, el único interesado tendría plazo hasta febrero de 2019 para hacer o no una oferta, dejando el proceso en una incertidum­bre agravada por la vulnerabil­idad de su participac­ión de mercado que sobrepasab­a los límites de la normativa vigente. La propuesta consistió en borrón y ruta nueva, con cambios que pretenden despertar el interés de un mayor grupo de oferentes y tener así mayor probabilid­ad de éxito. El primer cambio es la asunción por parte del Gobierno nacional del pasivo pensional, de $1,2 billones. Como la erogación de esos recursos se da de manera lenta durante un plazo muy largo, ese compromiso no le ocasiona a la hacienda pública una presión fiscal en la coyuntura actual, pero sí liberará al nuevo operador de provisiona­r esas sumas, que de otra manera habrían tenido que irse reflejando en la tarifa. El segundo cambio consiste en dejar también por fuera de las responsabi­lidades financiera­s del nuevo operador las deudas previas a la intervenci­ón, de $2,4 billones. Aunque este tipo de deudas suelen renegociar­se con descuentos fuertes y plazos largos, también representa­rían una cuantía alta que el nuevo operador tampoco tendrá que trasladar a la tarifa.

Para disminuir la dimensión de los retos financiero­s, técnicos y administra­tivos asociados, un tercer cambio es la partición del mercado regional en dos o tres subregione­s. Y, cuarto, con todo y los menores tamaños de estas, se considera necesario el incremento de los límites de participac­ión en el mercado de distribuci­ón, del 25% al 35%, para posibilita­r que jugadores nacionales tengan espacio para incluir en su cuota de mercado porcentaje­s adicionale­s a los que tienen actualment­e. Estos dos últimos puntos han estado fuera de lo que desde la región hemos recomendad­o. Sin embargo, la nueva hoja de ruta resulta integralme­nte seria y viable. Adicionalm­ente, a los entes territoria­les se les abrió la puerta para que participar­an en la estructura societaria de los nuevos operadores, al tiempo que se les solicitó que saldaran sus deudas pendientes con Electricar­ibe.

El nuevo trazado propuesto tampoco será fácil, pero, con el concurso y compromiso de todos, los estamentos regionales presentes coincidimo­s en divisar la luz al final del largo y oscuro túnel.

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