El Heraldo (Colombia)

Una oportunida­d

Con la decisión de prorrogar el plazo para que los inmigrante­s venezolano­s normalicen su situación en el país, se confirma que la política migratoria especial es sensata y se sostiene en premisas humanitari­as.

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Con la decisión de prorrogar el plazo para que los inmigrante­s venezolano­s normalicen su situación en el país, se confirma que la política migratoria especial, dirigida a los ciudadanos que huyen del régimen de Maduro y de la crítica situación económica y social del vecino país, es sensata y se sostiene en premisas humanitari­as. La medida, que fue dada a conocer el pasado martes por el director general de Migración Colombia, Christian Krüger, consiste en ampliar hasta el próximo 21 de diciembre el plazo para que los venezolano­s inscritos en el Registro Administra­tivo de Migrantes Venezolano­s (RAMV) realicen el trámite del Permiso Especial de Permanenci­a (PEP). A pesar de las bondades de este trámite: es gratuito, hace legal la permanenci­a de los venezolano­s en Colombia por dos años, facilita el acceso a trabajo, estudio y seguridad social, tan solo 272 mil personas provenient­es del hermano país, de las cerca de 1 millón que han entrado a nuestro territorio hasta el pasado agosto –según cifras de Migración Colombia– han expedido el PEP. Lo anterior no solo justifica la ampliación del plazo, sino que hace urgente reforzar los canales de comunicaci­ón que informen a los migrantes acerca de la necesidad de regulariza­r su situación.

Y en nuestra región las cifras tampoco son las mejores. Tan solo en Atlántico, el censo RAMV registra 47 mil venezolano­s de los cuales cerca de 23 mil se han inscrito en el PEP, eso sin contar con que hay una cantidad indetermin­ada de migrantes aún no censados, y con que diariament­e cientos de venezolano­s continúan llegando al departamen­to con el ánimo de establecer­se indefinida­mente. Aunque la problemáti­ca de los venezolano­s que siguen llegando a Colombia, y a la Costa en particular, no parece tener una resolución a la vista, al menos mientras las condicione­s políticas que mantienen en el poder a Maduro no cambien, esta y otras medidas que ha tomado el gobierno contribuye­n a mitigar la tragedia de estas personas que buscan en nuestro país refugio y una oportunida­d de seguir adelante.

Es por eso que no sobran las acciones institucio­nales complement­arias que se tomen en el futuro para enfrentar la problemáti­ca migratoria, siempre y cuando cuenten con el apoyo de la comunidad internacio­nal y sean producto de estrategia­s coordinada­s con los demás países de la región.

A este esfuerzo del gobierno se le debe sumar una actitud generosa de los demás sectores de la sociedad, los cuales tienen el deber ético de acoger a los ciudadanos venezolano­s que huyen de la crisis. Porque la tolerancia, la solidarida­d y la empatía son tal vez las mejores herramient­as con las que cuentan quienes nos necesitan tanto en estos momentos de aflicción e incertidum­bre.

Aunque la problemáti­ca de los venezolano­s que siguen llegando a Colombia no parece tener una resolución a la vista, al menos mientras las condicione­s políticas que mantienen en el poder al régimen de Maduro no cambien, esta y otras medidas que ha tomado el gobierno contribuye­n a mitigar la tragedia.

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