‘Millennials’ y decencia
Mucho se habla últimamente de los ‘millennials’, que aunque realmente lo son quienes nacieron en este siglo, las nuevas generaciones se autodenominan así como una manera de marcar su época, establecer diferencias, mostrarse modernos y ajenos a lo que, desde su lente, son desastres de épocas pretéritas que no repetirán. No es solo su habilidad para manejar computadores y celulares, ni que sean cada vez más estructurados e instruidos, ni que se sientan ciudadanos de un mundo cada vez más pequeño, ni su gran capacidad de análisis. Es que nos critican. Sostienen que nada hicimos para evitar los males que permitimos que nos agobiaran. No conocen mucho nuestra historia, no asistieron a las masacres de Escobar, ni a los crímenes de la guerrilla y sus burlas a los intentos de paz de Pastrana, ni tampoco tienen noticia de los inhumanos secuestros, ni recuerdan siquiera cuando estábamos secuestrados en nuestras propias ciudades, que aquí ni a Santa Marta nos atrevíamos a viajar. Lo han oído, pero como quien oye llover, así que no le agradecen y hasta repelen a Uribe, son indiferentes ante lo de la “narcorrepública” de Samper, no entienden que Petro obtuviera tanto voto ni que una elección cueste tanta plata, no conciben los cuentos de traquetos de antaño haciendo alarde de sus mal habidas fortunas sin que los rechazáramos y menos que no hayamos bloqueado la corrupción que campea en el país, que se asemeja a los traquetos modernos: los corruptos ostentando sin castigo legal y sin siquiera censura social. Entonces nos “pordebajean”. Hasta algo de razón tienen.
Este año muchos cumplieron la mayoría de edad y podrán votar. Año tras año serán más y se harán oír con más fuerza. Año tras año, a la par de las innovaciones tecnológicas, irán dejando atrás a los antiguos vicios, a los corruptos, a los desvergonzados, a los indecentes. El voto, no importa el estrato, irá cambiando el escenario. Es decir, no todo está perdido. Demorará un poco, pero en este milenio la decencia llegará con fuerza.
A propósito de decencia, el video de Petro recibiendo fajos de billetes ¡qué indecencia!, mueve a agradecer a quienes entendieron el peligro que este personaje significaba y masivamente votaron por Duque. Y, claro, censurar a los antifuribistas que anteponiendo sus odios a los intereses del país inflaron una votación de la que Petro se ufana y exhibe como propia. Menos mal perdió. Es que tanto antecedente nefasto, tanto esguince a la legalidad y tanta alharaca contra el sistema no podían resultar sino en lo que el video devela: el ‘man’ es un torcido. Puede alegar lo que se le antoje, que préstamo, que donación, que aporte, nadie le cree, porque quién va a prestar, donar o aportar semejantes sumas, no lo hace en rama, a menos que se trate de un torcido, y las vainas torcidas son cosa de los hombres torcidos. Tan indecente luce la cosa, que fue pálido el apoyo de sus compinches Antanas Mockus, Claudia López, Jorge Enrique Robledo, Angélica Lozano, Iván Cepeda y otras figuritas. O sea, no se puede votar por indecentes.