El Heraldo (Colombia)

La extraña derecha asoma la cabeza en España

- Por Thilo Schäfer @thiloschaf­er

Se celebra estos días en España el 40 aniversari­o de la Constituci­ón, que fue aprobada en referéndum el 6 de diciembre de 1978. La efeméride se ve enmarañada por el éxito de Vox en las elecciones regionales de Andalucía el domingo pasado. Es la primera vez desde la Tran- sición que un partido de ultraderec­ha entra en el Parlamento. En contra de todos los pronóstico­s, este partido –fundado hace apenas cinco años– logró el 11% de los votos emitidos y 12 escaños.

Ese hecho marca el fin de lo que se llamaba la “excepción española”. En estos últimos años que han presenciad­o el auge de partidos xenófobos en muchos países, muchas veces me preguntaba­n en Alemania por qué en España no se había producido ese fenómeno político y social de nuestros tiempos. Solía contestar que tenía algo que ver con el legado de la dictadura franquista, la conciencia de que hasta hace no tanto tiempo España misma había sido un país de emigración (aunque esto pudiera decirse también de países como Italia) y el hecho de que el conservado­r Partido Popular (PP) lograse absorber todo el espacio desde el centro liberal hasta la derecha radical.

Todo esto parece que ya no vale. En la campaña andaluza, Vox arremetía contra los inmigrante­s sin papeles, al igual que los partidos ultra en Italia, Francia o Alemania. Sin embargo, en España hay una particular­idad que ha acelerado el fenómeno recienteme­nte y es el movimiento separatist­a en Cataluña. Vox, y los partidos de centrodere­cha, agitaban también la bandera de la unidad nacional contra el independen­tismo siguiendo el mecanismo de siempre: fomentar el miedo y el rechazo al otro. A estos factores hay que añadirles otros ingredient­es de los tiempos que corren, como el rechazo de algunos a lo políticame­nte correcto, al aborto, a las leyes contra la violencia de género o a los derechos para gays.

Es casi seguro que el fenómeno Vox no se limitará a Andalucía y, que aupado en su éxito, conseguirá más en mayo del año que viene, cuando tocan elecciones para el Parlamento Europeo, a los ayuntamien­tos y a 13 de las 17 comunidade­s autónomas de España. La cuestión ahora es cómo las demás fuerzas políticas tratan a Vox. Lamentable­mente, el nuevo presidente del PP, Pablo Casado, no parece tener ningún problema con los ultras. Hasta dice compartir algunos de sus valores y les abre la puerta a gobernar juntos en Andalucía. También Ciudadanos, de centrodere­cha liberal, está abierto a pactos con Vox. En Alemania, los democristi­anos hasta hoy han rechazado cualquier tipo de alianza con la xenófoba Alternativ­a para Alemania, al igual que en Francia con el antiguo Frente Nacional, por ejemplo.

Este acercamien­to sin tapujos es intolerabl­e, pero para frenar el auge de la extrema derecha tampoco basta con convocar “frentes antifascis­tas” como hace la izquierda. Los 400.000 andaluces que votaron a Vox difícilmen­te son todos fascistas. Hay que vencer a los ultras con argumentos que disipen los miedos y prejuicios de la gente, sean fundados o no.

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