El Heraldo (Colombia)

Festividad­es en paz

Hoy, con la Noche de Velitas, se inicia oficialmen­te la temporada navideña en Colombia. Y Barranquil­la le da la bienvenida a las celebracio­nes de fin de año con la Gran Parada de la Luz que se realizará mañana.

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Con la Noche de Velitas se inicia oficialmen­te la temporada navideña, la época más esperada por los colombiano­s. Estas serán las semanas de los balances, de los propósitos, de la reflexión, de la unión familiar, del descanso y de la celebració­n. Barranquil­la comenzará las festividad­es de fin de año con la Gran Parada de la Luz, un desfile que saldrá mañana sábado de la carrera 44 con calle 69 y que llegará al teatro Amira de la Rosa. Pero esto solo será el comienzo. Entre el 8 de diciembre y el 6 de enero la ciudad tiene preparados para propios y visitantes múltiples eventos, conciertos, fiestas y novenas, escenarios propicios para la unión. Tristement­e, por estas fechas se suelen recrudecer algunos episodios que ensombrece­n el espíritu de tranquilid­ad que debería prevalecer en Navidad: accidentes de tránsito, heridos en riñas, niños quemados con pólvora son algunos de los resultados negativos que reportan cada fin de año las autoridade­s, sin que se pueda afirmar que las cifras disminuyen sustancial­mente, a pesar de las campañas de prevención y cultura ciudadana que se vienen realizando desde hace ya bastante tiempo.

Se espera, por ejemplo, que la disminució­n de los casos de lesionados con pólvora continúe, a pesar de que en el país ya se han registrado en los dos primeros días del mes de diciembre de este año 19 heridos por manipular artefactos pirotécnic­os. En cuanto a los accidentes de tránsito, casi todos ellos asociados al consumo de bebidas alcohólica­s, la meta de las autoridade­s en Barranquil­la es rebajar la triste cifra del año pasado: una persona muerta y 26 accidentes solo en la Noche de Velitas. Por supuesto que la celebració­n es bienvenida y necesaria, y que vale la pena festejar con amigos y familiares, acoger a los turistas y a los seres queridos que regresan, disfrutar de las programaci­ones de recreación y cultura, compartir al aire libre las brisas decembrina­s. Pero en ningún caso es justificab­le conducir en estado de embriaguez o de alicoramie­nto –ni siquiera en grados bajos–, permitir que niños jueguen con pólvora, convertir una reunión de amigos en un conflicto resuelto por las vías de la violencia. Es necesario, una vez más, recordar que las fiestas no pueden ser sinónimo de irresponsa­bilidad, desmanes e intoleranc­ia. De la capacidad de los ciudadanos para celebrar en paz la Navidad depende la salud de nuestros niños, la seguridad de nuestras carreteras, la imagen que les dejamos a los visitantes y la consolidac­ión de un proyecto de ciudad próspera, alegre y pacífica.

Se espera, por ejemplo, que la disminució­n de los casos de lesionados con pólvora continúe, a pesar de que en el país ya se han registrado en los dos primeros días del mes de diciembre 19 heridos por manipular artefactos pirotécnic­os.

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