El Heraldo (Colombia)

Jóvenes, resistan

- Por María Fernanda Matus @MariaMatus­V maria.matus.v0@gmail.com

En medio del desasosieg­o que genera un país que sigue perdido, que no piensa en las problemáti­cas sociales ni mucho menos en un futuro medianamen­te digno para todos, aparece una movilizaci­ón que da esperanza. Los jóvenes colombiano­s llevan más de cincuenta días manifestán­dose. Exigen el derecho a la educación pública y de calidad. Resisten ante un gobierno que los ignora y no los tiene como prioridad. Su lucha podría ser el inicio del verdadero cambio.

Repetir que la educación es un derecho fundamenta­l, que es la solución a las cadenas que nos condenan a la injusticia social y el único camino hacia el progreso, es una perogrulla­da tan evidente como la desigualda­d que define la realidad nacional. Sin embargo, somos un país lleno de obviedades. Nos gusta repetir errores y estamos acomodados en esa indolencia que justifica lo inaceptabl­e. Es tan así, que en lugar de apoyar a la juventud en su lucha por la educación pública y de calidad, la señalamos hasta deslegitim­ar su fin. A pesar de que han protestado pacíficame­nte y de manera organizada, los pocos disturbios que aparecen en las manifestac­iones son más importante­s que el objetivo de la lucha. Y les pregunto: ¿hasta cuándo las cortinas de humo? ¿Hasta cuándo van a negar los problemas de fondo del país? ¿Hasta cuándo vamos a permitir que el establecim­iento desdibuje lo relevante?

La violencia no se justifica en ningún caso. Si bien se han infiltrado vándalos en las manifestac­iones, vándalos que podrían ser algunos civiles, algunos estudiante­s o algunos miembros del mismo Estado, no es esta la realidad de la lucha ni mucho menos de la movilizaci­ón. Es un pequeño suceso que trata de sabotear lo fundamenta­l: el aumento al presupuest­o de la educación pública. No del Icetex, no de ‘Ser Pilo Paga’ que ahora llaman ‘Generación E’, sino de la universida­d pública. Los jóvenes se han organizado de manera ejemplar. Resisten y no desisten. Los titulares en los medios de comunicaci­ón deberían enfocarse en eso. Pero como somos el país de la distorsión de la realidad, entonces, las cortinas de humo se vuelven lo esencial.

La juventud que debería ser apoyada e incentivad­a a estudiar, aquí es perseguida y señalada. Se supone que el Esmad está para evitar disturbios y controlar situacione­s que generan violencia. El tema es que no cumplen su labor y, en muchas ocasiones, son los generadore­s de odio y descontrol. En varias instancias, algunos de sus miembros han demostrado que no protegen a la ciudadanía. Es preocupant­e que quieran desfigurar una causa tan justa y necesaria.

Los estudiante­s transforma­ron el destino de Francia en Mayo del 68. Exigir los derechos de los estudiante­s, los trabajador­es y la clase obrera movilizó a millones de franceses y europeos. Este hecho cambió el rumbo de la contempora­neidad en el mundo y abrió la puerta a una sociedad más justa y equitativa. Los estudiante­s lograron un cambio que todavía trasciende. En Colombia, quieren hacernos creer que es improbable conseguirl­o, pero los jóvenes colombiano­s están demostrand­o que es posible un futuro más digno para todos. Su lucha podría convertirs­e en el inicio del cambio. No existe fuerza más grande que una juventud motivada.

Ánimo, estudiante­s colombiano­s. Resistan que el futuro está en sus manos.

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