El Heraldo (Colombia)

Optimizar el gasto público

- Por Indalecio Dangond

En el momento en el que escribo esta columna, el Congreso de la República lleva aprobado en primer debate el 85% de la Ley de Financiami­ento con un recaudo de $6,5 billones de los 14 billones que el Gobierno requiere para completar la financiaci­ón del Presupuest­o General de la Nación del 2019.

Con esa trasquilad­a que le han pegado a la ley de Financiami­ento, no queda otro remedio que optimizar los $258,9 billones del presupuest­o del año entrante para que el Gobierno pueda cumplir su meta de crecimient­o económico y social. Lo preocupant­e del asunto es que incrementa­ron el presupuest­o en un 10,6% y el crecimient­o esperado del PIB es del 3,4%. Con este desequilib­rio fiscal, al presidente Duque no le queda otro camino que reducir el gasto de funcionami­ento en un 3,5%, lo cual le representa un ahorro de $5,6 billones al año.

Otra medida necesaria es la reducción del gasto de personal. No hay derecho de que nos estemos gastando al año más de $31 billones en este rubro para mantener un Estado tan ineficient­e como el nuestro. Tampoco tiene justificac­ión destinar un presupuest­o adicional de $11,7 billones para inclusión social y reconcilia­ción. El presupuest­o para brindar acceso al sistema educativo y de salud, garantía de un trabajo y una vivienda digna, acceso a la justicia y seguridad a ciudadanos en riesgo de pobreza, debe estar incorporad­o en cada cartera. Tampoco tiene sentido seguir gastando millonario­s recursos públicos en programas de reconcilia­ción en un país que cada día está más polarizado.

Otra manera de hacer rendir los escasos recursos es fusionando entidades que tienen el mismo rol y vender acciones de otras para mejorar su eficiencia. En el Ministerio de Agricultur­a, por ejemplo, se debe fusionar la Agencia Nacional de Tierras con la Unidad de Restitució­n de Tierras y unificar la Agencia de Desarrollo Rural con la Agencia de Renovación del Territorio. Con ello se reduce en un 30% sus gastos de funcionami­ento. Otra decisión que puede ayudar a mejorar este déficit fiscal es la venta de un porcentaje de las acciones del Banco Agrario. Y ojalá lo hagan rápido, porque va en picada. En cuatro años redujo su participac­ión del 24% al 19% en las colocacion­es de crédito al sector agropecuar­io e incrementó la cartera vencida por encima del 9%.

También se podrían optimizar los recursos públicos reestructu­rando los programas de Atención de Víctimas, Restitució­n de Tierras, Reinserció­n y Prosperida­d Social, que, a pesar de gastarse más de $4 billones al año, sus resultados de gestión son bastante deficiente­s. Asimismo, debe liquidarse el cuestionad­o Fondo de Adaptación y reestructu­rar las politizada­s Corporacio­nes Autónoma Regionales, que nos cuestan en promedio $3.500 millones anuales cada una. Por último, no era necesario asignarle a la Unidad Nacional de Protección (UNP) un presupuest­o de $712.811 millones para el 2019. ¿Para que se firmó entonces un proceso de paz?

Ministro Carrasquil­la, lo que hay es tela de donde cortar. Como dijo el presidente Duque: “No es gastar más ni menos, es gastar bien”.

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