En manos del hampa
Es una realidad que es preciso enfrentar de una vez, con toda la determinación, que el control de la Cárcel El Bosque está en manos de un puñado de delincuentes que pertenecen a las más terroríficas bandas criminales.
Alas difíciles condiciones que deben soportar los internos de la Cárcel Distrital El Bosque, de Barranquilla, que han sido tema recurrente en EL HERALDO, el país comienza a enterarse de una de las principales consecuencias de la incapacidad de las autoridades carcelarias para administrar este centro penitenciario: a El Bosque se la tomó el hampa.
Es una realidad que es preciso enfrentar de una vez, con toda la determinación del caso, que el control de El Bosque está en manos de un puñado de delincuentes que pertenecen a las más terroríficas bandas criminales de la Región Caribe: Franklin Javier González Luna, alias Franklin Malembe, y Habib Gutiérrez Silvera, alias Happy, ambos de ‘Los Papalópez’; Leonardo Fabio Rincón Yepez, conocido como ‘Hippie’, quien, inexplicablemente, comparte reclusión con seis de sus compinches; la lista se completa con Yesid Alonso Solano Oviedo, alias Bebé.
Estos individuos continúan cometiendo toda clase de delitos desde la cárcel, sin que las autoridades hayan podido preverlo, evitarlo y sancionarlo: ordenan homicidios, administran el negocio del microtráfico en Soledad y el sur de Barranquilla, y no han dejado de lado su tradicional actividad de extorsionar a comerciantes, fechorías para las cuales se valen del uso libre de teléfonos celulares. Pero, hay más. Es tan alarmante la situación, que fuentes de la misma Policía Nacional afirman que estos presos tienen el poder de requisar a los guardias que vigilan los pabellones en los cuales cumplen sus penas, promover amotinamientos y traficar con estupefacientes dentro de la cárcel. Para completar este panorama siniestro, la semana pasada fue sorprendido un guardia de la Distrital tratando de ingresar a los patios 5 kilos de drogas. El guardia, ahora procesado, alega que algunos de los internos lo amenazaron con asesinar a su familia si no cumplía con sus demandas, aunque esta versión solo será confirmada durante el juicio penal en su contra. Mientras la confusión se impone, algunos voceros de la Alcaldía Distrital, que es la encargada de la administración del penal, le achacan la responsabilidad de la situación a la decisión de los jueces de ordenar la reclusión de delincuentes de alta peligrosidad, como los que se han mencionado, en una cárcel diseñada para delincuentes sindicados de “bajo impacto”, y a la falta de respuesta del Inpec ante las solicitudes de traslado de estos criminales que son quienes en realidad controlan el penal. Lo cierto es que no es hora de cruzar acusaciones: que la culpa es de los jueces, que es del Inpec, que es de la Alcaldía. Por lo contrario, son estas instituciones las que deben tomar medidas urgentes para erradicar este impresentable ejercicio del crimen, perpetrado a la vista de todos dentro de las puertas de la institución que tiene como misiones principales la sanción penal y la resocialización de los infractores. Quitarle El Bosque al hampa, esa es la prioridad.
Es tan alarmante la situación, que fuentes de la misma Policía Nacional afirman que estos presos tienen el poder de requisar a los guardias que vigilan los pabellones en los cuales cumplen sus penas, promover amotinamientos y traficar con estupefacientes dentro de la cárcel.