La identidad
En EL HERALDO del 6 de diciembre pudimos comprobar el aprecio que logró una carta manuscrita de Einstein, subastada en casi tres millones de dólares.
Esto fue posible, pienso, porque fue escrita a mano. Por el mismo motivo sabemos cómo muchos otros documentos, muy antiguos, han logrado el aprecio de la humanidad, hasta llegar a ser considerados como pa- trimonio de la misma.
Pero detecto que la escritura a mano está destinada a desaparecer; la tecnología que nos acompaña se ha encargado de hacer que aprender a escribir se haya convertido en algo innecesario. En efecto, el computador se encarga de corregir los errores ortográficos y hasta mejorar el mismo estilo de redacción.
En lo anterior encontramos algo que nos puede parecer positivo y admirable; pero también, pensándolo mejor, podemos detectar un aspecto negativo: la escritura, en particular las cartas escritas a mano, constituían una forma de identificación personal; hoy basta con la firma anexada a un documento logrado con la ayuda de una máquina. Pero el contenido del mismo nadie puede asegurar que corresponda a las ideas de quien lo firma.
Con el internet, entonces, estamos perdiendo entre muchas otras cosas la forma de identidad que nos proporcionaba nuestra forma de escribir. La carta de Einstein posiblemente sea una de las últimas de nuestro siglo, que llegue a ser apreciada.
Carlos A. Hernandez Garcia carlos_alberti@hotmail.com