Un ojo de la cara
Buen día, presidente Iván Duque. No voté por usted y no me representa, pero eso no quiere decir que usted no sea el presidente del país que lo eligió, así muchos hoy no estén contentos con la decisión que tomaron en las urnas. Es decir, queramos o no, es usted el que está sentado en la silla donde reposa la responsabilidad del momento histórico que vive el país.
El asunto es que mientras pueblos enteros del pacífico se desplazan, mientras sigue la masacre de los líderes sociales y los defensores de derechos humanos, mientras en el Congreso las ratas y los ratones son noticia, mientras el escándalo de Odebrecht toca al Fiscal General de la Nación y nadie cree en la transparencia de ese proceso judicial, mientras se tejen dudas también sobre el director de Medicina Legal, mientras el partido de gobierno intenta censurar la prensa, mientras usted parece archivar los acuerdos de paz, mientras la advertencia de la asfixia tributaria llena de pánico a los colombianos, mientras todo esto ocurre, presidente, uno se pregunta si usted sí se está dando cuenta de lo que está pasando.
Quizá la única gracia que tuvo Colombia este año ha estado representada en los estudiantes. ¿Acaso no vio usted toda la creatividad en las protestas, los performance, la participación de los estudiantes de universidades privadas, la interpretación del Baile de los que sobran en plena vía pública, el acompañamiento de la Guardia Indígena, las líneas de libros que hicieron frente a los hombres del Esmad; la participación de madres de los estudiantes, de los profesores y de algunos –pocos, eso sí– rectores; los pies destruidos y las caras felices de los Hijos de la manigua, las clases de los profes sobre Mayo del 68 y el movimiento estudiantil en plazas y parques?
Hay que ver la alegría de los estu- diantes cuando luchan, le da a uno la impresión de que este país no es un cascarón vacío y sin sueños. Sin embargo, presidente Duque, la pregunta importante aquí es: ¿Usted es el encargado de ordenarle al Esmad que dispare su armamento contra los rostros de los estudiantes hasta arrancarle los ojos? ¿Manda a sus hombres a que dejen tuertos a los muchachos? ¿Les dice que los levanten a garrote hasta producirles múltiples traumas craneoencefálicos de gravedad?
Usted dijo que el acuerdo al que se llegó con los estudiantes era la confluencia de un deseo de fortalecer la universidad pública como pilar de la equidad y como instrumento para cerrar las brechas sociales, lo dijo como si este logro fuese voluntad de su gobierno, como si acaso fuese su apuesta, pero no es así. Este acuerdo se defendió en la calle, presidente, mientras usted ordenaba reprimir la protesta social con la brutalidad policial. Esteban Mosquera, apréndase ese nombre y repítalo en su cabeza cuando intente hacerle creer a la gente que este triunfo para la educación pública es suyo. A Esteban Mosquera, 25 años, estudiante de música instrumental de la Universidad del Cauca, sus hombres, presidente, le sacaron el ojo izquierdo.