El año que inicia
El año que comienza nos encuentra con un mejor país. Según informe de la Fiscalía, desde el 2017 tenemos los índices de homicidio más bajos de los últimos 42 años. Aspectos de la vida de nuestra nación han cambiado: ya no hay miles de secuestros, ni masacres, ni toma de pueblos; tampoco ciudades controladas por insurgentes, ni jóvenes colombianos diariamente heridos, mutilados o muertos en combate defendiendo nuestra frágil institucionalidad.
Aunque controlar la violencia será siempre la tarea prioritaria del Estado, la agenda política del 2019 enfrenta un amplio espectro de problemas que preocupan a la ciudadanía. Se inicia el año con un Gobierno debilitado, con un 64% de los colombianos que desaprueban su gestión. Su ministro de Hacienda no salió bien librado del debate sobre los famosos “bonos de agua”, dejando un sentimiento de desencanto muy generalizado; y, para rematar, presentó la denominada Ley de Financiamiento, que intentaba poner IVA a toda la canasta familiar y gravar a sectores importantes de la vida económica.
Por otro lado, su equipo político ha fracasado al no poder establecer una forma adecuada de relacionamiento con el Congreso, que representa la diversidad regional, y también las diversas concepciones del Estado.
A solo cuatro meses de un contundente triunfo electoral, el 2019 encuentra al presidente Iván Duque con una gobernabilidad debilitada y una administración que deja la impresión de que le cuesta encontrar rumbo. Es importante que el Gobierno recupere su gobernabilidad lo más pronto posible por el bien de todos los colombianos, ya que este año que inicia se ve venir lleno de grandes desafíos: en lo económico, según analistas, no hay buenas señales para el crecimiento, y persiste una baja confianza de los consumidores y los inversionistas que conllevará a la pérdida de puestos de trabajo, tan escasos en el país.
También hay grandes desafíos en la agenda internacional. El conflicto de Venezuela es cada vez más preocupante, y aunque ya es un tema de seguridad regional, para Colombia es muy sensible —y es un riesgo inminente— donde desafortunadamente hay que estar preparados por la complejidad en que vive esa nación hermana. Como si esto fuera poco, las relaciones bilaterales con Estados Unidos están dependiendo de la lucha contra el narcotráfico, cuya audacia llega a límites que nadie se imagina, como lo vimos la semana pasada cuando a uno de los grandes capos del clan del Golfo —uno de sus hombres más peligrosos—, lo encontraron viviendo en el mismo edificio del alcalde de Medellín.
En el tema de seguridad interna hay un inmenso desafío: el crimen urbano. Los atracos y hurtos campean en las ciudades, y la lucha por la propiedad de la tierra nos estremece todos los días por los asesinatos impunes a los líderes sociales. A estos desafíos se unen grandes demandas en el campo de la salud, la educación y la lucha contra la corrupción, que nunca salen de la agenda política.
Presidente Iván, le deseo un muy buen año. Sé que no puede satisfacer a todos, ni hacerlo todo en su período de cuatro años. Pero es un anhelo de los colombianos lograr un óptimo país, para hacer de Colombia un mejor lugar para vivir.