Rivotril en el colegio
El caso ocurrido en un colegio del sur de la ciudad pone en la mira de las autoridades y de los padres de familia una vieja realidad que la sociedad está en mora de enfrentar con decisión: el tráfico de drogas al interior de los colegios.
El episodio en el que resultaron intoxicados cuatro estudiantes de séptimo y octavo grado en el barrio Montes, luego de consumir una droga psiquiátrica de venta restringida, encendió las alarmas de la comunidad educativa, las autoridades y los padres de familia. La sustancia que consumieron los afectados es Rivotril (Clonazepam), un poderoso ansiolítico, altamente adictivo, que se ha convertido en la droga “estrella” del siglo XXI; una droga dura que no suele estar en el radar de los especialistas que observan el fenómeno del consumo de sustancias entre menores. El lamentable hecho, que puso en grave riesgo la vida de los menores involucrados,
corresponde a una vieja realidad que la sociedad está en mora de enfrentar con decisión: el tráfico de drogas al interior de los colegios y el inicio temprano en su consumo por parte de niños, niñas y adolescentes, cada vez más pequeños. Sorprende y preocupa que solo cuando se producen hechos notorios es cuando acudientes y profesores se sientan con sinceridad a hablar sobre un tema tan importante, y que las propuestas que surgen se reduzcan a requisar niños en las puertas de los colegios, a culpar a los “alumnos problemáticos” de lo que ocurre, y a tomar las medidas necesarias después, no antes de que ocurran los eventos.
El consumo de estupefacientes en la población menor de 18 años sigue en aumento, y su abordaje debe originarse en el compromiso serio y coordinado de las autoridades, la comunidad científica, los jóvenes y los padres de familia. Pero, no puede simplificarse el asunto concentrando los esfuerzos, como suele hacerse, en el componente policivo.
Por supuesto que hay que perseguir y castigar a las mafias que se lucran de la adicción de los niños y niñas, claro que hay que redoblar las medidas para evitar que las drogas entren a los colegios. Pero esas acciones no son suficientes.
Se necesita una robusta política pública enfocada en un plan de prevención que contemple la realidad de la juventud contemporánea; en cuáles son los factores de riesgo y cuáles son las razones que facilitan la vulnerabilidad de los menores.
En esta causa, es fundamental la participación de los padres y maestros, quienes tiene la obligación de reconocer el fenómeno del consumo como algo real que no solo le sucede a los demás, de hablar con sus hijos y alumnos con claridad sobre el tema, de diseñar e impartir cátedras especializadas. No es un tema menor el consumo de sustancias en los menores, sobre todo si se trata de medicamentos tan poderosos como el Clonazepam. Por eso, no es justo que se enciendan las alarmas solo cuando algunos niños terminan en un hospital.
En esta causa, es fundamental la participación de los padres y maestros, quienes tiene la obligación de reconocer el fenómeno del consumo como algo real que no solo le sucede a los demás.