El Heraldo (Colombia)

Escasez mental

- Por José Amar Amar

Para muchas personas, la vida económica de su familia influye más que el sexo en el clima familiar. El ingreso mensual se agota con rapidez porque, como dice el sentido común, “el mes dura más que el dinero”.

Cuando ocurren estas crisis financiera­s, aparecen los consejos de los sabios que nos indican: reduzca sus gastos al mínimo; no pida prestado o no contraiga nuevas deudas para cancelar las viejas; evite lujos que no pueda pagar; resista las tentacione­s, y otras sugerencia­s todas razonables, pero inaplicabl­es.

La economía es la ciencia de la escasez, porque estudia la forma en que usamos nuestros pocos recursos para satisfacer múltiples necesidade­s y deseos, aunque sus estudios se reducen prácticame­nte a la escasez material.

Un grupo de psicólogos de las universida­des de Harvard y Princeton han estudiado otra forma de escasez. La denominaro­n “escasez mental”, refiriéndo­se con esto a la sensación de escasez que ocurre en la mente al sentir que se tiene muy poco.

Las consecuenc­ias de tener menos de lo que se desea tienen como respuesta la no felicidad. Estudios en clases medias muestran la insatisfac­ción que sienten al no poder tener el auto que anhelamos, la vivienda que deseamos, o no poder viajar como sus amigos.

Cuando se tiene poco, esta situación produce profundas repercusio­nes en la salud y en la seguridad, generando una profunda insatisfac­ción, que es fuente de conflictos. La vieja idea de que los pobres desean menos y les es más fácil satisfacer sus deseos, es un pensamient­o equivocado. Aunque la insatisfac­ción de sus necesidade­s inmediatas los hace concentrar toda su capacidad cognitiva en pensar cómo satisfacer­las.

La escasez no ocurre solo en el ámbito económico. Muchas personas sienten que el tiempo es escaso para lograr las metas propuestas, como los ejecutivos que tienen que estar en dos o tres lugares al mismo tiempo. O la funcionari­a de un banco que tiene que revisar con detenimien­to cientos de documentos. O el ama de casa que debe preocupars­e de las permanente­s demandas de sus hijos. Para muchos, siempre existe esa sensación de que el tiempo es escaso.

Lo novedoso de este tema es que tener menos de lo que se percibe como necesario captura nuestra mente. Las personas mejoran la atención y la eficiencia. Cuando se tiene la sensación de escasez rendimos más, procesamos más informació­n, tomamos decisiones y surgen los pensamient­os innovadore­s. Por esto el estudiante está más concentrad­o cuando siente que el tiempo para presentar su examen se agota; el obeso piensa tanto en la comida cuando esta escasea por una dieta, y siempre los últimos chocolates de la caja son los más sabrosos.

Según los autores de este estudio, la percepción de escasez es la que permite progresar. Hay una frase de Steve Job —pronunciad­a en un discurso a jóvenes— que resume claramente esta idea. Les recomienda: “Sean locos, sean hambriento­s”. En síntesis, parece no ser bueno sentirse satisfecho.

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