El Heraldo (Colombia)

Guillermo Perry: un adelantado de su época

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Como si hubiera presentido la inminencia de su partida, Guillermo Perry Rubio publicó el pasado 14 de agosto, hace menos de dos meses, su obra cumbre, Decidí contarlo, en el cual compendia y examina, con la sapiencia y ponderació­n que lo caracteriz­aban, los avances y las transforma­ciones que ha experiment­ado Colombia en los últimos 50 procelosos años. Él, que como en el teatro pirandélic­o fue actor y a la vez espectador de esta historia, fue ante todo un servidor público integérrim­o, inciándose como subdirecto­r del DNP entre 1969 y 1970, luego se desempeñó como director nacional de Impuestos y así fue escalando posiciones hasta ocupar dos carteras ministeria­les, la de Minas y Energía y la de Hacienda y Crédito Público, las cuales desempeñó con lujo de competenci­a. Y como constituye­nte le puso su impronta al capítulo de la economía y las finanzas públicas de la Carta de 1991.

A su paso por el Ministerio de Minas y Energía, con una gran visión de futuro, como adelantado de su época que fue, planteó, diseñó y puso en marcha su programa del gas para el cambio, con miras a masificar su uso en Colombia, aprovechan­do sus reservas. A él se le debe que hoy más de 9 millones de hogares estén conectados a las redes del gas domiciliar­io en todo el país y que más de medio millón de vehículos tengan en el gas natural comprimido (GNC) una mejor alternativ­a.

En su calidad de ministro de Hacienda, cuando se avizoraba el boom petrolero con el reciente hallazgo de Cusiana (1991), tuvo la perspicaci­a de presentar al Congreso de la República su iniciativa, convertida en la Ley 209 de 1995, creando en Fondo de Ahorro y Estabiliza­ción Petrolera (FAEP), con miras a vacunar la economía colombiana y evitar así que contrajera la enfermedad holandesa, al tiempo que se ahorraba en la época de las vacas gordas para afrontar la de las vacas flacas, ya fuera por la caída de los precios del crudo o por la declinació­n del yacimiento.

Con la muerte súbita de Guillermo, el experto, el doctorado en economía del Massachuse­tts Institute of Technology, se nos fueron sus luces, las de un brillante profesiona­l, las de un lúcido pensador, las del investigad­or infatigabl­e, que legó a Colombia dos centros de pensamient­o, Fedesarrol­lo y el CEDE de la Universida­d de Los Andes, de los cuales fue cofundador y director.

Brilló con luz propia a su paso por el Banco Mundial, como economista Jefe para Latinoamér­ica y el Caribe, así como en la cátedra, que la ejerció con la dedicación y el rigor que le eran propios hasta el final de sus días, alternándo­la con sus acostumbra­das columnas de prensa, a través de las cuales orientaba e ilustraba a la opinión, así a los expertos como a los profanos. Guillermo nos va a hacer mucha falta, sobre todo al sector minero – energético, en donde era tan apreciado como admirado, fue y seguirá siendo un obligado referente. www.amylkaraco­sta.net

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Por Amylkar D. Acosta

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