El Heraldo (Colombia)

El hombre robot

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Creemos que todos los niños y adolescent­es del mundo jugamos muchas veces con Buck Rogers, la Guerra de las Galaxias, los Robots que viajaban al espacio. Era, la inocente fantasía de los primeros años que al amparo de la liviandad mental nos reduce a ese espacio maravillos­o donde todo es imaginació­n y ganas de superar los años para llegar allá. Hoy, trayendo la palabra hombre como genérico de una situación aterradora de la modernidad idiosincrá­tica, especialme­nte para las nuevas generacion­es, el mundo científico esta asombrado de cuanto ha cambiado el desarrollo de le, personalid­ad, las costumbres, el modo de ver la vida y hasta el sentido de la responsabi­lidad personal, ante los espacios virtuales del Internet, los chats, las cadenas reproducto­ras de mensajes y símbolos, que alteraron para siempre la conducta humana.

Ya se perdió la comunicaci­ón directa, el compartir con los demás, los círculos de amigos, la interacció­n familiar, el contacto ojos a ojos con un interlocut­or, la privacidad, el respeto ante la calumnia y el chisme. Ya llegamos a la época del autismo. Ya la maquina dominó al hombre y no nos damos cuenta, ya somos esclavos de la costumbre perversa de comunicarn­os con el que está al lado solamente hundiendo el dedo en el click en vez de murmurar un susurro que el vecino escucharía al instante.

Se justifica acaso que en un mismo espacio con solo metros de distancia se envié un mensaje de texto cuando levantar la voz bastaría, o levantar el interno también? Es necesario llegar a sentarnos en familia cuatro en una mesa empezar a cenar y no articular palabra porque todos están inmersos en los mensajes de textos o películas? Que hacemos, se pregunta una revista médica francesa reciente para que los jóvenes de hoy vuelvan a hacer el amor más veces como antes, siquiera una vez por semana, en vez de preferir dedicar horas dentro del lecho nupcial para profundiza­r el chateo? Oreen nuestro lectores que exageramos? Pregunten a cualquier psicólogo de categoría, o al médico de confianza, o al asesor amigo, para que escuchen como señalan a la juventud de hoy vilmente enviciada en una tecnología que los apartó del simple ejercicio cotidiano de entablar un dialogo con los demás. Pobre Mcluhan!

Las consecuenc­ias son aterradora­s porque mientras más tecnólogos de todas las especializ­aciones tenemos, menos entra la juventud a estudiar estructura­s humanístic­as, menos lectura se catalizan, menos comunicaci­ón se dinamiza en la comunidad, menos interacció­n se crea para resolver situacione­s. En cada sitio, en cada hora, en cada instante, caminando por la calle, en el transporte, en las escaleras de cualquier sitio está la cabeza gacha, los dedos crispados, la mirada, absorta, el silencio inerte. Se volvieron momias insensible­s, ineptos? Ya no pueden concebir la vida sin tener el aparatico en sus manos? llegó" la edad del imbecilism­o como lo vaticinara el gran Von Braun? Como volver al estudio y no al consumo hambriento de una tecnología dañina en alto porcentaje? Quisiéramo­s hacer una pregunta pública que hacemos con frecuencia en últimos semestres de las universida­des: Saben ustedes estudiante­s que nos leen quienes fueron Bolívar, Santander, Kennedy Núñez, De Gaulle, Hitler, Borges, Lleras Restrepo, Mandela, Vespucio, o siquiera cual es la capital en Colombia de Santander o Boyacá o el Valle del Cauca.

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Por Álvaro De la Espriella

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