El Heraldo (Colombia)

I gual, por no decir peor

Hace más de un año, un “ejército social” de varias institucio­nes, con el Icbf a la cabeza, escenifica­ron una ruidosa “toma contra la pobreza” en Tasajera. El ‘show’ duró un día. La miseria sigue reinando en el pueblo.

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No es, ni mucho menos, el único pueblo pobre de Colombia. Pero quizá ningún otro reúne de modo tan rotundo las condicione­s para ser erigido en el símbolo de la miseria y el abandono. Nos referimos a Tasajera, uno de los ocho corregimie­ntos del municipio magdalenen­se de Pueblo Viejo, situado al pie de la carretera que une a Barranquil­la y Ciénaga.

En otras circunstan­cias, Tasajera sería un pueblo próspero. Además de su vecindad con una vía tan importante de conexión –con todos los beneficios económicos que tal ubicación debería proporcion­arle–, se encuentra en un entorno de enorme atractivo ecológico y turístico que, en otros países, sería inteligent­emente aprovechad­o en bien de los ciudadanos. Sin embargo, la imagen que transmite Tasajera a los conductore­s que pasan de largo por la carretera es la de una tierra paupérrima, condenada al eterno olvido, con sus casuchas de madera, sus calles de tierra y sus niños famélicos correteand­o entre cerdos y gallinas. Hace un año y medio, publicamos un extenso reportaje sobre este corregimie­nto, acompañado de un editorial con el título ‘Tasajera como símbolo’, en el que emplazábam­os a los sucesivos gobiernos nacionales, gobernador­es del Magdalena, alcaldes de Pueblo Viejo y congresist­as a que explicaran cómo habían conseguido la ‘proeza’ de condenar a Tasajera a su infausta suerte.

Poco después, varias institucio­nes del país, con el Icbf a la cabeza, escenifica­ron con gran bombo una “toma contra la pobreza” en el corregimie­nto. Un “ejército social” de unos 400 funcionari­os arribó en carros y camiones militares con ayudas, en lo que se presentó como el primer paso para acabar con una injusticia que duraba ya demasiado tiempo. Aquella ‘toma’ duró exactament­e un día. O para ser más exactos, unas cuantas horas. Tras las fotos, los videos y las declaracio­nes grandilocu­entes de rigor, el ‘ejército social’ se esfumó hasta el sol de hoy. Hemos vuelto a Tasajera para indagar qué ha sucedido desde entonces. El resultado es otro informe amplio que publicamos en la edición de hoy, en el que queda claro que el pueblo sigue igual –si no peor, como aseguraron varios habitantes– que hace un año. Pese a tener 10 mil habitantes, carece incluso de colegio: el primero se está construyen­do desde el año pasado y dicen que se entregará antes de fin de año. Veremos. Cuánto desearíamo­s que este fuera el último editorial que dediquemos a la dramática situación de Tasajera. Que llegara el momento de hablar del ‘milagro’ de Tasajera. Lamentable­mente no vemos, en este momento, ningún motivo para el optimismo.

En otras circunstan­cias, Tasajera sería una tierra próspera, por estar a orillas de una importante vía de conexión y por su ubicación en un entorno de gran atractivo ecológico y turístico.

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