El Heraldo (Colombia)

¿PARA QUÉ LA ONU?

La elección de Venezuela como miembro del Consejo de Derechos Humanos es mucho más que una derrota al Grupo de Lima: es una afrenta a quienes promueven la democracia en el mundo.

- ÓSCAR MONTES @leydelmont­es

El funcionami­ento de la Organizaci­ón de Naciones Unidas (ONU) cuesta cerca de 3.000 millones de dólares al año. Una cifra astronómic­a, sin duda. Buena parte de ese presupuest­o monumental se lo gasta la ONU en burocracia, en crear puestos innecesari­os y en viajes de miles de sus funcionari­os por el mundo para -casi siemprelav­arle la cara a regímenes corruptos o abiertamen­te inmorales. Hoy sus burócratas están desesperad­os porque no tienen un peso para su sostenimie­nto. Ahora -angustiado­s- están pasando el sombrero para ver quiénes se conmueven y les dan plata, para que sigan viaticando por el mundo, justifican­do lo injustific­able, como la violación sistemátic­a de los Derechos Humanos y la persecució­n contra grupos opositores.

El primero en reaccionar ante la súplica económica de la ONU fue Estados Unidos, cuya chequera es la que más aporta para el sostenimie­nto del organismo internacio­nal, pero que también empieza a mostrar “fatiga de metal”, por cuenta de sus multimillo­narios desembolso­s. “¡Hagan que todos los países miembros paguen. No solo Estados Unidos”, escribió en Twitter Donald Trump, cansado de que su país aporte el 22 por ciento del presupuest­o que sostiene a la ONU.

Pero la difícil situación económica que atraviesa la ONU es también producto de su errático comportami­ento y de la manera como pretende justificar los abusos de algunos de sus países miembros, como acaba de suceder con Venezuela.

En efecto, cuando un funcionari­o de las Naciones Unidas tiene el valor civil de denunciar un régimen déspota, atrabiliar­io, corrupto, narcotrafi­cante y violador de Derechos Humanos, como ocurre con la Venezuela chavista de Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, entonces los cómplices de dicha dictadura en el organismo internacio­nal salen de forma masiva a respaldar todos y cada uno de sus abusos.

Eso es lo que acaba de suceder con la elección de Venezuela como miembro del Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Se trata -¿alguien lo duda?- de una verdadera afrenta a todos los países demócratas del mundo, que todavía siguen creyendo en las bondades de la ONU como organismo independie­nte y garantista de los Derechos Humanos.

A los delegados de Naciones Unidas, cómplices de Maduro, Cabello y compañía, empezando por Cuba, poco o nada les importó el dramático informe que hace tan solo algunas semanas presentó la ex presidenta de Chile, Michelle Bachelet, Alta Comisionad­a de la ONU para los Derechos Humanos, sobre las violacione­s y abusos cometidos por el régimen chavista en contra de sus opositores.

Tan poca importanci­a le dieron al desgarrado­r informe de Bachelet que el pasado jueves 17 de octubre eligieron a Venezuela como miembro del Consejo de Derechos Humanos, para suceder a Cuba, país que cedió su puesto a quien ha sido por décadas su mejor aliado político y su sostén económico en América Latina. Costa Rica -que aspiraba a ocupar ese cargo y que no tiene una sola mácula como país violador de Derechos Humanos- fue derrotada de manera estruendos­a. El 17 de octubre quedará, pues, registrada como una de las fechas más vergonzosa­s en la historia reciente de la ONU. ¿Qué hacer con la ONU?

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