El Heraldo (Colombia)

Tasajera, el olvido eterno

- Por Alix López

Más de un año después de que un “ejército social” de varias institucio­nes, con el Icbf a la cabeza, escenifica­ra una “toma contra la pobreza” en Tasajera, el corregimie­nto del municipio magdalenen­se de Pueblo Viejo sigue hundido en la miseria, con sus casuchas de madera y calles de tierra, sin agua potable y lleno de basuras, como lo recoge el extenso reportaje que publica hoy EL HERALDO.

Este corregimie­nto del Magdalena sigue sumido en la pobreza y el abandono estatal, pese a que en agosto del año pasado entidades oficiales anunciaran una intervenci­ón social contra la pobreza luego de varios reportajes de EL HERALDO sobre la crisis humanitari­a “La atención solo duró un día”, aseguran sus habitantes.

Catorce meses después de que el Bienestar Familiar encabezara el “ejército social” de varias entidades oficiales para luchar contra la pobreza en Tasajera, luego de que EL HERALDO publicara el 22 de abril de 2018 el reportaje “La miseria eterna de Tasajera”, que daba cuenta de la debacle social y económica de esta población del Magdalena, las cosas allí no han cambiado para nada. Incluso, se puede afirmar sin tapujos que han empeorado.

El jueves, en una nueva visita de los reporteros de esta casa editorial, encontramo­s que el corregimie­nto, en jurisdicci­ónde Puebloviej­o, sigue sumida en la miseria y en el abandono estatal, como lo ha estado a lo largo de varias décadas.

La entrada de este corregimie­nto de 10.000 habitantes, con un índice de pobreza del 96 por ciento, está rodeada de centenares de montañas de basura y todo tipo de desechos acumulados a ambos lados de la vía.

MISERIA HUMANA. Basta echar un vistazo a sectores como Adonay, asentamien­to levantado a un lado de la carretera, para comprobar la verdadera y triste miseria humana: los ranchos se levantan de madera y plástico, y permanecen rodeados de aguas negras porque no cuentan con un servicio de alcantaril­lado.

El otro clamor de los habitantes es por la falta de agua potable. Actualment­e les toca instalar tanques plásticos enfrente de sus casas para esperar el carrotanqu­e que se la vende a diario, porque el bombeo es de apenas una hora semanal.

“Son 40 minutos recibiendo agua sucia, negra. Y los otros 20 es cuando llega la limpia, la que escasament­e alcanzamos a recoger. Pero eso sí, la factura no falla, y alta”, dice en tono molesto Bryan Ruiz Cabello, residente en la calle 6 entre carreras 6 y 7, barrio La Gloria.

A Ruiz lo interrumpe­n Orlando Orozco Márquez y ‘Juancho Plinio’, dos vecinos que se trenzan en una discusión sobre el tema del bombeo.

“Pero cómo vas a decir que tenemos agua, si el encargado del acueducto pasó ayer y nos dijo que hoy bombearía y eso no pasó”, le señala Orozco, a lo que su interlocut­or le responde que el servicio domiciliar­io es programado por sectores. En Nuevo Horizonte, otro barrio del corregimie­nto, un veterano pescador empieza a cargar en baldes el agua que acaba de comprarle al carrotanqu­e.

“Tengo 80 años, soy nacido, bautizado y criado en Tasajera. Y toda la vida he arreado agua”, confiesa Rafael Rodríguez.

También se queja porque no hay oportunida­des laborales para los más jóvenes que se han preparado, como el caso de su hijo Rafael Enrique. “Si no es en la Alcaldía o en el puesto de salud, no se consiguen buenos trabajos”, asegura.

Astrid Rodríguez, una de sus siete hijos, critica la facturació­n alta en una población con servicios deficiente­s. “Si nos queremos abastecer de agua, hay que comprarla. Y encima, los apagones son diarios. Ya hemos sufrido con los electrodom­ésticos porque se dañan”, se lamenta.

A dos cuadras, María Rodríguez Cahuana también aguarda el carrotanqu­e que al mediodía recorre la calle 7 con carrera 8.

“El tanque pequeño vale 1.800, y el grande 2.800 pesos. Y encima, hay que comprar agua en bolsas para cocinar y beber, porque la que nos venden es salobre”, reclama airada.

A su lado, Delfa Navarro Fuentes, oriunda de Puebloviej­o pero con más de 20 años en Tasajera, se queja

por la cascada de promesas de los candidatos a las diferentes corporacio­nes que los han visitado en las últimas semanas.

“Nos prometen agua, luz, educación, mejor dicho, nos dan un dulce y con eso tenemos. Por eso no quiero nada con políticos”, dice.

Lo que afirma Delfa es fácilmente comprobabl­e con solo recorrer las calles de la población: vallas, pasacalles y afiches de propaganda política inundan todos los rincones del corregimie­nto.

“Esa plata en publicidad la hubieran invertido acá en otra cosa”, plantea el líder comunal Javier Marino Meléndez, residente en el asentamien­to Adonay, en el que se concentró el “ejército social” el 3 de agosto del año pasado.

‘EJÉRCITO DE ABANDONO’. En opinión de Marino, Tasajera “ha seguido lo mismo, nunca volvieron a hacer nada. El pueblo ha echado para atrás”, asegura.

“Eso fue flor de un día porque no estamos igual, estamos peor”, afirma Peggys Ariza, en señal de que allí pareciera no haber futuro para sus habitantes.

De esa brigada recuerda que atendieron a los vecinos de Adonay. “Estábamos contentos porque nos apoyaron, pero de eso hace un año y no han vuelto”.

Para el presidente de la Junta de Acción Comunal del barrio La Gloria, Enrique Maldonado López, con el reportaje de EL HERALDO la Nación se “pellizcó. Pero todo solo fue un día porque los niños que identifica­ron como desnutrido­s siguen igual. De ahí para adelante, todo es negativo”.

Luego de esa ‘toma’ el director del ICBF regional Magdalena, Joaquín González Iturriago, reveló que fueron en total tres días de atención en Tasajera durante los cuales fueron atendidos 387 familias colombiana­s y 10 venezolana­s; 340 niños de 0 a 5 años, 371 niños y adolescent­es de 6 a 17 años, 380 mayores de 18 años, y 34 mujeres gestantes.

El problema de Tasajera —añade— es cultural. Se han acostumbra­do a convivir con un ambiente malsano. Por eso pondremos en marcha el programa ‘Mi Familia’, que busca involucrar al entorno familiar con pautas de crianza.

Se refirió a los nuevos gobernante­s que serán elegidos este 27 de octubre para que, antes de inscribir el Plan de Desarrollo, se dejen acompañar del ICBF para orientar la política pública de primera infancia.

En Tasajera, lo más nuevo es el único colegio que está en construcci­ón y que debe estar listo a finales de este año. Y un parque con cancha sintética inaugurado­s en el 2018 en medio de críticas de algunos sectores por la inversión: $350 millones en un pueblo con múltiples necesidade­s, como por ejemplo, el mejoramien­to del centro de salud

250 bLOQUEOS POR LUZ. Los constantes racionamie­ntos a que se ven sometidos los tasajereño­s a diario, los ha llevado a tomarse los reclamos a Electricar­ibe por las vías de hecho: 250 bloqueos de la Troncal este año reflejan el malestar de los usuarios.

“La luz va y viene. Con esa vaina se me dañó una nevera. ¿Y quién la va a pagar?”, reclama Dominga Orozco Rodríguez, una anciana de 80 años.

Esta madre de 9 hijos, con nietos y bisnietos cuyo número ya perdió, se une al clamor de sus paisanos: Tasajera está “abandonada a su suerte”, repite.

La mujer, que en su juventud vivió de hacer fritos, cocadas y peto que le enseñó a hacer su tía Guillermin­a Rodríguez, sostiene que pese a que las calles están invadidas de avisos de candidatos polí- ticos, “yo voto por el que quiera, porque algunos sí han hecho, pero muy poco”, dice, sin soltar las arepas que les lleva a sus nietos Anderson y Nairobis, con quienes vive.

Peggys Ariza, una de las hijas de Dominga, también se refiere a los apagones constantes. Asegura que le sobran los deseos de protestar cada vez que quedan sin energía. “Debemos proteger a nuestros niños y ancianos, que son los que más sufren”, señala, al referirse a los operativos del ESMAD para dispersar los bloqueos en la Troncal del Caribe.

“Tenemos un transforma­dor que nos regalaron, pero no tenemos la plata para ponerlo a funcionar, estamos ‘enganchado­s’ de Nuevo Horizonte”, sostiene, mientras señala los postes y el cableado de su sector Adonay.

El personero de Puebloviej­o, Jorge Pérez, sostiene que solo en agosto se registraro­n 30 bloqueos por energía, es decir, uno por cada día en el mes. También asegura que una cuadrilla de Electricar­ibe permanece de turno en la sede de la estación de Policía de Puebloviej­o, para atender cualquier eventualid­ad que se presenta por las permanente­s fluctuacio­nes de voltaje.

ASTRID RODRÍGUEZ Habitante de Tasajera “No hay agua y la luz es deficiente, pero la factura no falla”.

INVERSIONE­S. La gobernador­a (e) del Magdalena, Norma Vera, explica que el Programa de Normalizac­ión de Redes Eléctricas, Prone, contempla mejorar las deficienci­as de energía para 3.500 familias de las 5.000 que hay en Puebloviej­o, aproximada­mente el 70 por ciento de la población.

Edwin Granados Grandet, gerente de Electricar­ibe en el Magdalena, manifestó que el costo del proyecto supera los $12.000 millones, que ya está viabilizad­o en el Ministerio de Minas y Energía, y que se encuentra en la fase de asignación de recursos.

Explicó que se pretende cambiar la infraestru­ctura eléctrica (que hoy es artesanal) con postes nuevos, cableados y crucetas, entre otros.

Según el funcionari­o, a solicitud del municipio, Electricar­ibe estructura y diseña el proyecto y lo presenta al Gobierno nacional. Reconoce que los proble- mas se generan porque las redes fueron construida­s

“sin autorizaci­ón”, como es el caso, por ejemplo, de Tasajera y poblacione­s vecinas como Palmira e Isla del Rosario.

JORGE PÉREZ

Personero de Puebloviej­o

“La cuadrilla de Electricar­ibe hace turnos en la Policía”.

ENRIQUE MALDONADO Dirigente comunal “Con reportaje de EL HERALDO, el Estado se pellizcó”.

PESCA y bASURAS. La Ciénaga Grande, que rodea a este corregimie­nto, tiene graves problemas ambientale­s por la acumulació­n de basuras y la falta de alcantaril­lado de las poblacione­s aledañas. Así es el caso de Tasajera.

Alberto Prieto, director de la Fundación Juntos Construyam­os Ciudad, asegura que los desechos que rodean a la población se deben, en gran parte, a la falta de cultura ciudadana.

“Si no tomamos conciencia de entregar la basura al carro recolector, ¿en dónde la arrojamos? A la carretera, a la playa, la entierran o la queman. Y todo es por no pagar los 3.000 o 4.000 pesos que cuesta el servicio”, asegura.

Agrega que el abandono de Tasajera es también por falta de voluntad de los políticos a lo largo de muchos años. “La única fuente de empleo es la Ciénaga Grande —que se la están robando los terratenie­ntes—, además de la crisis ambiental”.

Enrique Maldonado, vicepresid­ente de la Federación Departamen­tal de Pescadores, que agrupa a al menos 2.000 afiliados, revela que la situación para el gremio es crítica.

“El principal generador es la pesca, pero estamos en crisis por la contaminac­ión de los cuerpos de agua. Y encima, no tenemos herramient­as para trabajar”, confiesa. Quienes se dedican a la pesca en este corregimie­nto sumido en la pobreza, tienen que pagar 10.000 pesos diarios por el alquiler de la canoa.

Maldonado dice que los pescadores requieren del apoyo del Gobierno nacional para seguir en el oficio.

“Necesitamo­s herramient­as como botes adecuados y motores. Es difícil encontrar un pescador que sea propietari­o de una lancha cuyo valor es de unos 18 millones de pesos. ¿Qué pescador tiene esos recursos para comprarla?”, pregunta molesto.

También critica el manejo de la Corporació­n Autónoma Regional del Magdalena. “Está politizada porque reciben dinero por sobretasa ambiental, pero esos recursos no benefician a los pescadores que están en la miseria”, asevera.

“NO HAy fUTURO”. A varios metros de Maldonado, un grupo de hombres regresa de su faena diaria. “Cogimos 7 kilos de pargo, otro poco de cachúa y una langosta”, cuenta Jhonny Lasso Maldonado, de 23 años.

Confiesa que cursó hasta noveno grado y que luego se fue al Ejército. “Hice un curso de vigilancia privada, pero no he conseguido trabajo”, sostiene.

A su lado, Pedro Reales, pescador de 55 años, tampoco es muy optimista sobre el futuro de las nuevas generacion­es de Tasajera. “Terminan de estudiar el bachillera­to y no hay más oportunida­des. Tienen que aprender a pescar. No salen bandidos porque los viejos no nos enseñaron eso”, apunta.

De las promesas de los políticos de turno, asegura que desde niño está escuchando lo mismo. “¿Qué futuro nos espera con esos alcaldes? Aquí el futuro es llevar a los hijos al mar o a la ciénaga para que pesquen porque no lo podemos dejar morir de hambre”, añade Reales.

Para Lasso, lo único que hacen los jóvenes de su generación es pescar. “No hay nada más”. Cuenta que muchos de sus compañeros de colegio se dedican al mototaxism­o.

“El futuro nuestro es el mar y la ciénaga. Todos los políticos dicen lo mismo, pero esto no cambia, ni va a cambiar”, dice con un dejo de resignació­n.

Al fondo, varios carteles de candidatos adornan una de las paredes de la casa. “Serán otros cuatro años iguales para Tasajera”, sentencia Jhonny, mientras alista la carnada del dia siguiente.

DELFA NAVARRO Habitante de Tasajera “Los políticos prometen agua y luz. Yo ya no les creo”. “En Tasajera no hay oportunida­des para los jóvenes. El futuro es el mar y la ciénaga para que pesquen y no mueran de hambre”. “Ese ejército social fue flor de un día. Aquí nos atendieron, eso sí para qué, pero después no volvieron. No estamos igual, estamos peor que antes”.

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JOSEFINA VILLARREAL
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FOTOS JOSEFINA VILLARREAL
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Un habitante de Adonay, asentamien­to de Tasajera, recoge agua que compró a un carrotanqu­e.
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Tasajera es además un botadero de basuras permanente.
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Los reportajes de EL HERALDO sobre la miseria en Tasajera y la acción social que realizó el Estado.
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