El Heraldo (Colombia)

El sudario del muerto común

En escenas de muertes violentas es común que vecinos o familiares cubran con sábanas los cadáveres. ¿Por qué lo hacen?

- Por Camila Luque

El color rojo de la sangre de Janer Hernández traspasaba la sábana verde con la que habían tapado su cadáver. Era pleno mediodía del 31 de octubre y un sicario le acababa de disparar en la cabeza cuando iba en una motociclet­a por la calle 58 con carrera 13 F en el barrio La Inmaculada de Soledad.

Cuando llegó la Policía, su rostro ya empezaba a convertirs­e en una imagen del pasado, oculto bajo un improvisad­o y colorido sudario, similar al clásico disfraz de fantasma que, en este caso, no causaba gracia.

Sus familiares se habían enterado del homicidio apenas unos minutos después de que sonó el disparo. Mientras corrían a la escena, alrededor del cadáver se empezaban a acumular los curiosos que registraba­n la muerte con sus teléfonos celulares. Entonces, se hizo urgente para los dolientes cubrir el cuerpo sin vida de Janer.

De una casa ubicada en la esquina de esa misma calle salió la sábana. Allí funcionaba una barbería informal con personas que, según aseguraron quienes observaban la escena, eran cercanas a la víctima.

La sábana era bastante grande, pero no alcanzaba a cubrir todo el cuerpo, mucho menos la moto que había quedado entre los pies de Janer; sin embargo, la tela verde cumplía el propósito de ocultar del morbo de los vecinos tan fatal suceso, y lo hacía bastante bien, hasta que llegaron los técnicos forenses de la Sijín y lo descubrier­on de nuevo.

Levantaron la sábana como si se tratase de un telón que daba paso al inicio del ‘show’ y, mientras iniciaban el registro fotográfic­o de la escena del crimen, los investigad­ores dejaron la tela ensangrent­ada a un lado, en un rincón, pegado a una pared gris y opaca.

El procedimie­nto continuó siguiendo el protocolo y 25 minutos después el cadáver ya se encontraba envuelto en un plástico blanco, a punto de que lo subieran al carro que lo llevaría a la URI de la Fiscalía para continuar la investigac­ión por el deceso. La sábana seguía ahí. Los únicos dolientes del trapo eran las moscas que revoloteab­an a su alrededor y que incomodaba­n al hombre que trabajaba en el local frente al cual ocurrió el hecho de sangre.

“Yo le dije a la Policía que se llevaran eso de ahí. Yo aquí tengo un negocio y eso me afectaba la venta. Ellos la cogieron y la metieron en una bolsa negra. No sé qué más habrán hecho con la sábana, pero si yo fuera tú no seguiría preguntand­o”, explicó una semana después de lo sucedido el hombre que prefirió ocultar su nombre por seguridad, pues “de ese muerto dicen que era de todo”.

UN ELEMENTO IMPORTANTE. Para *Carlos, un psicólogo forense del Cuerpo Técnico de Investigac­ión de la Fiscalía en Atlántico, la sábana con la que cubren los cadáveres fallecidos en hechos violentos tiene un gran significad­o, aun cuando este elemento pueda contaminar la escena. Según aseguró a EL HERALDO, para él como forense no es lo mismo encontrar un cuerpo ensangrent­ado y con toda la violencia que pudo haber sufrido, que hallarlo cubierto con una sábana. Esta representa un elemento de protección, pero también es un símbolo de la esencia de la humanidad, de compasión e incluso de consuelo.

“Cuando vamos a proceder con la inspección técnica del cadáver, una vez hecha la primera fijación fotográfic­a procedemos a retirar la sábana. Esto necesita también una preparació­n mental porque nunca se sabe qué se va a encontrar del otro lado. Entonces, con mucho cuidado, se retira la sábana para descubrir el cuerpo y enfrentarn­os a lo desconocid­o”, dijo el psicólogo forense del CTI.

“Para nosotros es preferible encontrarl­o con la sábana porque significa que ahí hay un ser humano que hay que respetar, tratar de una manera muy especial y también hay que intentar descubrirl­o para ver qué le sucedió –continuó–. Yo, personalme­nte, a veces me acerco y mentalment­e o hablando le digo: muéstrame qué te hicieron. Ayúdame a saber quién te hizo esto; y el trato que le doy es consecuent­e con eso”, explicó el agente.

Asimismo, indicó que a lo largo de su trabajo en criminalís­tica ha podido establecer que para muchos familiares de las víctimas las sábanas son un elemento de alto valor simbólico y emocional.

“Esto tiene muchos matices. En ocasiones encontramo­s allí el familiar que necesita expresar su llanto o el papá o hermano que quiere ver al fallecido por última vez y es difícil controlar eso; entonces, por humanidad y respeto, se nos sale de las manos y el familiar se acerca al cuerpo. Son escenas complejas en las que las sábanas también reciben las lágrimas de los familiares”, destacó asegurando que normalment­e los que colocan la sábana son personas cercanas o algún vecino de la víctima.

CONTAMINA LA ESCENA. Por otro lado, el agente Carlos dijo que, en el sentido cultural, la tradición o valor social que se le da a las sábanas como elementos para cubrir los cadáveres también tiene una parte negativa: contamina las escenas

“En estas situacione­s se aplica el Principio de Transferen­cia de Locard. Cuando colocan la sábana, la persona no solo se lleva en la tela algo de la escena o del cuerpo, sino que también deja parte de él ahí. Deja restos de cabello, huellas, partículas; entonces hay un intercambi­o. Cuando alguien coloca la sábana en el muerto, que puede ser un vecino o alguien externo, se puede meter en un problema”, recalcó.

Esto ocurre, según Carlos, cuando la Policía como primer responsabl­e de la escena del crimen no llega a tiempo para acordonar la zona y sujetos externos interviene­n en ella.

Aclaró también que en algunos casos, dependiend­o de las caracterís­ticas del homicidio, la sábana puede ser útil como material probatorio si la escena no ha sido gravemente contaminad­a.

“Estas nos sirven sobre todo para tomar muestras biológicas como sangre, saliva u otros líquidos y tomamos las muestras ahí mismo”, acotó.

En caso de que se determine que la sábana utilizada para cubrir el cadáver no es útil en la investigac­ión, Carlos aseguró que intentan entregarla a los familiares del occiso y estos, en casos que él ha presenciad­o, “sienten que esto forma parte de la persona, como si fuese una prenda”.

“Si no hay nadie, tratamos de dejar lo mejor posible el lugar de los hechos, entonces esto se embala y se lleva a un lugar donde se botan los residuos peligrosos”, dijo aclarando las dudas que había tenido el ciudadano del barrio La Inmaculada sobre el posible destino de la sábana verde con la que habían cubierto el cadáver de Janer Hernández.

Con ello es posible concluir que, sin duda alguna, las sábanas blancas, verdes, estampadas, pequeñas, nuevas o viejas se han convertido en un importante objeto en la representa­ción de la muerte, un último acto de solidarida­d con la persona fallecida que puede ser interpreta­do como la cortina que despide a los espectador­es de aquella vida que acaba de terminar.

*Nombre cambiado por solicitud del agente del CTI que pidió resguardo de su identidad.

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CÉSAR BOLÍVAR Inspección al cuerpo de Janer Hernández.
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ARCHIVO EL HERALDO Vecinos taparon el cuerpo de Jesús David Mercado, el menor arrastrado por el arroyo La Victoria a finales de octubre.
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El 4 de octubre murió Emilio Delima Barros, de 73 años, tras ser atropellad­o.
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El cadáver de Pedro Mercado Mendoza fue hallado en agosto en el Caño de la Ahuyama por la Policía.
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El cuerpo de Janer Hernández Sosa fue tapado con una tela verde en el barrio La Inmaculada de Soledad.

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