El Heraldo (Colombia)

La informalid­ad

- Por Manuel Moreno Slagter

Un estudio conjunto de la Oficina Internacio­nal del Trabajo y de la Organizaci­ón Mundial del Comercio señalaba hace una década que un alto índice de informalid­ad laboral aumenta la desigualda­d de los ingresos, disminuye el crecimient­o medio del PIB y reduce el comercio internacio­nal. El mismo documento observaba que en grandes economías informales también se limita la capacidad del gobierno para invertir en infraestru­cturas públicas, restringie­ndo así el crecimient­o potencial de la productivi­dad del sector privado. Los aspectos que he mencionado conforman una muestra mínima de las consecuenc­ias que conlleva la práctica informal en el trabajo, pero aún así incluyen tres de los temas que más nos ocupan en los últimos tiempos, relacionad­os además con las violentas protestas que acosan nuestro continente: desigualda­d de ingresos, inversión pública y productivi­dad. Parece relevante, por lo tanto, prestarle atención a este asunto.

Según el DANE, en Colombia la informalid­ad laboral ha disminuido durante la presente década. Ese indicador pasó de constituir un 50.8% de los ocupados en el 2011 a un 45.7% en el último informe disponible (julio – septiembre 2019), una nada despreciab­le disminució­n de 5 puntos porcentual­es (pp). La tendencia es sin duda favorable y no parece apoyar los discursos que proclaman que todo, absolutame­nte todo, va por mal camino. Incluso el último año ha mostrado una mejoría, disminuyen­do 1.2pp. Buenas noticias en un mar de desesperan­za.

Barranquil­la y su área metropolit­ana tienen una dinámica diferente y vale la pena tratar de entenderla. Comparando el mismo período 2011 - 2019, a nivel local también ha disminuido la informalid­ad, aunque a un ritmo mucho menos elogioso. En el 2011 la informalid­ad llegaba al 57.3% mientras que en el 2019 bajó hasta 56.7%, la mejora no llega siquiera a un punto porcentual, lo que puede entenderse como un estancamie­nto. Sin embargo, lo más llamativo es lo que sucede frente a la media de las 13 ciudades más grandes del país. En el 2011 Estábamos 6.5pp por encima de esa media, para pasar en el 2019 a superarla en 11pp. Es decir, en lugar de acercarnos al promedio de las ciudades comparable­s, nos quedamos atrás y casi se duplica la diferencia. Navegamos en contra de la tendencia nacional.

Esto no parece ser coherente con el momento que vive nuestra ciudad. Tenemos una de las menores tasas de desempleo en Colombia (7.9% en septiembre de este año), pero no se ha logrado un nivel de formalizac­ión similar al de otras ciudades importante­s. Lo anterior es en cierta medida decepciona­nte, dado que se esperaría que el clima de optimismo, orgullo y apoyo a las administra­ciones distritale­s se tradujeran en un crecimient­o más armónico para todos, con mejoras tangibles para el bienestar individual y la prosperida­d de los ciudadanos. Conviene revisar qué puede estar perpetuand­o este fenómeno.

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