Cosmólogo ganador del Nobel detesta el término ‘Big Bang’
James Peebles considera que el nombre es inapropiado. Afirma que hay una teoria bien propada de la evolución.
James Peebles, uno de los tres ganadores del Premio Nobel de Física 2019, ha ayudado a transformar la cosmología en una ciencia respetada, pero si hay un término que odia escuchar es ‘Teoría del Big Bang'.
La explicación de la infancia del universo expuesta en ese modelo conocido como Gran Explosión ha prevalecido durante décadas, y el trabajo inicial de Peebles sobre la radiación cósmica de fondo ayuda a consolidar muchos de sus detalles.
Pero “lo primero que hay que entender sobre mi campo es que su nombre, teoría del Big Bang, es bastante inapropiado”, dijo el investigador de 84 años a una audiencia absorta en un evento en honor a los ganadores del Nobel en la embajada de Suecia en Washington la semana pasada.
“Connota la noción de un evento y un lugar, lo cual está bastante equivocado”, continuó, agregando que, de hecho, no hay evidencia concreta de una explosión gigante.
El mes pasado, el comité del Nobel honró a Peebles por el trabajo que lleva adelante desde mediados de la década de 1960, desarrollando el marco teórico ahora prevaleciente sobre la infancia del universo.
“Es lamentable que hablemos del origen, cuando de hecho no tenemos una buena teoría de cosa semejante a el origen”, indicó el científico canadiense estadounidense en una entrevista.
Por el contrario, hay una “teoría bien probada de la evolución desde un estado inicial” hasta el estado actual, comenzando con “los primeros segundos de expansión”, literalmente los primeros segundos de tiempo hace unos 14.000 millones de años, que han dejado firmas cosmológicas conocidas como “fósiles”.
En paleontología, los fósiles son restos preservados de seres de épocas geológicas anteriores. En cosmología, los fósiles más antiguos son la creación de helio y otras partículas como resultado de la nucleosíntesis cuando el universo era muy caliente y muy denso.
Estas teorías están bien sostenidas por la preponderancia de pruebas y verificaciones, a diferencia de las teorías para la misteriosa fase anterior.
“No tenemos una prueba sólida de lo que sucedió antes”, expresó Peebles, profesor emérito de la Universidad de Princeton. “Tenemos teorías, pero no probadas”.
“Las teorías, las ideas, son maravillosas, pero para mí se establecen al pasar las pruebas”, sostuvo el científico.
“Cualquier físico brillante puede inventar teorías que podrían tener nada que ver con la realidad”.