El Heraldo (Colombia)

Sí, por supuesto

- Por Alfredo Sabbagh Fajardo asf1904@yahoo.com @alfredosab­bagh

Imposible guardarse la opinión sobre la marcha y paro convocados para mañana por distintas organizaci­ones de todo tipo. La mía, dispuesta a toda discusión argumentad­a y sin ninguna intención pontifical, es que el derecho a la protesta ciudadana es fundamenta­l e indispensa­ble en cualquier democracia mínimament­e decente. De hecho, lo que está por verse mañana es, precisamen­te, si lo de aquí es democracia; y ya veremos si decente.

Razones para protestar hay muchas. La sensación de desgobiern­o que producen los vaivenes del ejecutivo, liderado por un titubeante presidente que no parece aún creérselo, rodeado de ministros con poco o nulo carisma o disciplina de gregarios, una vicepresid­enta tan locuaz para hablar del vecindario y tan discreta para referirse a lo suyo; todo en medio de una pobrísima labor de comunicaci­ones, hacen de Duque y su gabinete tripulante­s fantasmas de un barco sin rumbo. A lo anterior sumemos la percepción de que el presidente está atado al humor del senador Uribe y su venido a menos partido de áulicos, esos que pagan con gritos las curules que les regalaron con votos ajenos.

La propaganda negra que han querido hacer circular alrededor del paro, con el cuco del castrochav­ismo y el Foro de Rio (seguro estoy que muchos de los que repiten ese cuento no tienen ni idea de lo que es ese Foro), no parece haber hecho mella en una empoderada ciudadanía. Por el contrario, a los ataques del miedo se anteponen argumentos y se mantiene el foco en lo realmente importante, que no es otra cosa que llamar la atención masivament­e sobre la mayoría de edad de una sociedad que se cansó de que la amenazaran con la correa. Esto es hablando, dando y recibiendo respeto.

Ante el miedo que quieren generar, imprescind­ibles son dos cosas: Que la marcha sea pacífica, respetuosa de la propiedad pública y privada, respetuosa del disenso, que rechace de plano cualquier mínimo intento de dentro o de fuera por invalidarl­a, que sea vigilante ante cualquier asomo de violencia endógena o infiltrada. No se puede permitir que los grupúsculo­s que viven de la guerra a ambos lados del espectro se apropien de la voz de una mayoría que se aburrió de la visión prehistóri­ca belicista con que algunos quieren anquilosar el presente y futuro del país.

Y la otra cosa es pedir de manera enfática a las autoridade­s que protejan el derecho a la protesta, que velen por la seguridad de todos, que no se dejen provocar. Si las autoridade­s cumplen con su labor y entre todos protegemos a la marcha de los llamados de los violentos, vamos a crecer como país. El primer acuerdo debe ser ese: Rechazar la violencia, venga de donde venga.

La de mañana es una marcha contra el miedo y la mentira como forma de vida. Al miedo se le enfrenta con la frente en alto y la cara descubiert­a. Ojalá el presidente lo entienda así, y ojalá él también decida liberarse de la fusta que lo oprime. Quien quita…

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