Duque y la gobernabilidad
Si en Colombia imperara un sistema parlamentario, el gobierno del presidente Iván Duque habría tenido que ser, necesariamente, de coalición porque en el Congreso el Centro Democrático, su partido, solo tiene el 18,5% de los escaños.
En un sistema parlamentario, cuando un partido no tiene el 51% de las bancas esa circunstancia le impone buscar una coalición con los partidos más afines para gobernar con ellos. Si ese fuese el caso de Colombia, el Gobierno nacional actual habría tenido que contar, en un Congreso de 279 miembros, con el irrestricto apoyo político de prácticamente 143 parlamentarios porque el Centro Democrático apenas cuenta con 51 legisladores.
Bajo un sistema parlamentario, el Centro Democrático, solo, no habría podido colocar el jefe del gobierno. Tampoco los otros partidos grandes de Colombia habrían podido, individualmente, dirigir el gobierno. Ni el Partido Liberal con 49 congresistas, ni Cambio Radical con 46, ni el Partido de la U con 39, ni el Partido Conservador con 35. Y muchos menos la Alianza Verde con 18, la Farc con 10 y el Polo Democrático con 7. Para no hablar de los partidos más minoritarios.
Desde luego, Colombia no es, por ejemplo, España, donde el PSOE hoy necesita de una coalición de gobierno porque no tiene la mayoría en el parlamento. Colombia es un sistema presidencial que se remonta a los orígenes de la República en 1819. Desde entonces, el poder presidencial ha tenido un gran peso en el conjunto del Estado, pero eso no significa que pueda prescindir de una indispensable y estable mayoría parlamentaria representada políticamente en el gabinete.
El Centro Democrático, el Partido Liberal, Cambio Radical, el Partido de la U y el Partido Conservador totalizan 220 curules, lo que representa el 79% del Congreso. En teoría, estos partidos deberían conformar la coalición de gobierno.
Sin embargo, Cambio Radical y el Partido Liberal tuvieron que declararse en independencia porque no fueron llamados a formar parte del gabinete, y hoy no pueden – formalmente – hacer parte de éste en virtud de lo dispuesto por el Estatuto de la Oposición, aunque ha habido nombramientos diplomáticos – aparentemente a título personal – como el de Ana Milena Muñoz en la Embajada de Egipto, quien, como se sabe, es la esposa de César Gaviria, el jefe del Partido Liberal.
A partir del modelo santista se ha mezclado confusamente ‘mermelada’ con gobernabilidad. Y lo visible es que el Centro Democrático está haciendo un gobierno en solitario, aunque hay gente quejosa de ese partido que dice que el presidente apenas les ha entregado cargos diplomáticos.
Llama la atención esto. El Plan de Desarrollo de Duque se denomina ‘Pacto por Colombia, pacto por la equidad’ y, en efecto, está lleno de una serie de pactos. Pero él no pacta con los partidos que lo llevaron a la Presidencia. Y así la gobernabilidad es muy difícil.