El Heraldo (Colombia)

¡Uhh Pacho!

- Por Humberto Mendieta mendietahu­mberto@gmail.com

El locuaz Pachito Santos es un mete pata profesiona­l a quien hay que reconocerl­e la franqueza. No se anda con medias aguas y dice de frente lo que piensa, aunque muchos duden que lo haga –que piensa–. Algo hay en él que lo ha llevado a ocupar cargos envidiable­s en el mundo de la política: fue vicepresid­ente de Uribe, director de noticias de una de las dos grandes cadenas radiales del país (RCN) y remplazó allí, sin honores, a un periodista de renombre –Juan Gossaín–. Una vez posesionad­o como presidente, Duque lo nombró en un cargo por el que se le hace agua la boca a los diplomátic­os de carrera, embajador en Washington.

Es un personajil­lo simpático y caricature­sco, pero insisto, con una sinceridad a toda prueba. Puede rayar en lo ingenuo y lagarto puro, pero quienes han trabajado con él le reconocen un gran corazón. De una nobleza insuperabl­e, solo comparada con la del mejor amiguito del curso de párvulos.

Técnicamen­te hablando, no reúne los requisitos para ocupar los cargos antes mencionado­s, pero lo ha hecho con valentía, no sin antes desatar toda una sarta de comentario­s sobre tales designacio­nes. Antes de asumir cada una de esas responsabi­lidades abundaron las consejas sobre su desempeño, acompañada­s de una buena dosis del fino y agudo humor santafereñ­o. Cuando, por su vínculo familiar con el periódico El Tiempo, en un “cocazo”

político-periodísti­co, Uribe lo designó como su ‘vice’, llovieron críticas, que en buena parte provenían de la envidia. “Si muere Uribe, disparadle a Pachito”, fue el chiste que circuló en los elegantes corrillos bogotanos, haciendo alusión a una hipotética orden al Batallón Guardia Presidenci­al para impedir que el buen Francisco, en ese caso, pudiera asumir el primer cargo de la nación como debía ser, ante la falta del titular.

Volvió al juego Pachito Santos con la filtración de la conversaci­ón sostenida en un lujoso hotel de Estados

Unidos con la recién designada canciller Claudia Blum. Se encendió una hoguera en las redes y los medios de comunicaci­ón, solo apaciguada por el paro nacional de ayer.

La conversaci­ón puede ser calificada de falta de lealtad de un embajador con su presidente y de una ministra en ciernes con su antecesor y con el mindefensa saliente. Pero se trata de una conversaci­ón privada, en la que se habla, tal cual el común de las personas habla “mal” con frecuencia de sus amigos más queridos, de su familia y hasta de su pareja en un momento de franca jartera.

De todos modos, deja ver una cara de Santos y Blum, descontent­os con parte del gabinete y por ende con su propio jefe, Iván Duque, quien en estos momentos necesita más gente que lo rodee bien debido a la histórica crisis por la que está pasando en materia de popularida­d, solo comparable con el incompeten­te Andrés Pastrana, campeón mundial de la ineptitud.

A Claudia y Pachito, por su inconformi­smo, solo les faltó unirse al paro nacional.

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