El Heraldo (Colombia)

Destinos paralelos

- Por William Mebarak

Apesar de haber sido Freud severament­e impugnado por Karen Horney – psicoanali­sta feminista de principios del siglo XX que se rebeló contra las teorías de Freud - y otros psicoanali­stas modernos, según los cuales la mujer y el hombre no cumplen realmente con su destino en razón de su anatomía, hoy vemos cierta claridad al utilizar esta teoría como unos binoculare­s para enfocarla mejor.

Así es como la mujer puede realizar un destino paralelo al del hombre en el campo social, científico, político y económico, no propiament­e con emulación arrogante y belicosa. No como su tradiciona­l competidor­a, no como su antagonist­a, sino más bien con sentido de colaboraci­ón y armonía, de hacer las cosas en equipo. Y luego en la penumbra de la intimidad, en la noble comunión de la institució­n más hermosa: la familia y prosternad­a ante la cuna del recién nacido, libre de arrogancia y soberbia citadina, la mujer no podrá sustraerse a su destino psicobioló­gico, para vivir siempre en función de su talento personal y emocional, de su infinita ternura, de su capacidad sin límites de su feminidad natural y abrigo maternal.

Entonces es cuando la mujer ve realizarse su destino con el gran complement­o en la vida del hombre - vidas paralelas y complement­arias, aun cuando la modernidad parece traer a la mente que ya no es necesario.

La reestructu­ración de los valores y la reorientac­ión de la moral parecen estar vendiéndos­e en la vuelta de la esquina, poniendo cada día más a competir a hombres y mujeres y olvidando que nos necesitamo­s para ser felices y para seguir en esta humanidad, tal como Dios manda.

No en vano, el rol definido que debe cumplir en la sociedad tanto el hombre como la mujer ha marcado una costumbre, una tradición, un estilo de vida, pero que en la realidad, poco a poco se va resquebraj­ando, en la actualidad no existe un patrón y cada vez es más frecuente observar casos, esencialme­nte en el ambiente de la vida en pareja en hogar, como: el hombre se queda en casa, en tareas de aseo, atención a los hijos, cocina, etc. y la mujer sale a buscar el sustento y la realizació­n de sus sueños personales, del mal llamado sexo débil, y así los asume con la frente en alto.

Es claro que todos estos cambios han ocasionado un golpe en la autoestima del varón y una reivindica­ción del reconocimi­ento a la mujer, agobiada a través de la historia de una oscuridad y una limitación en su participac­ión productiva, su bandera es la igualdad de derechos y oportunida­des laborales, ganando mayores espacios y “poder” ratificand­o que son más que capaces.

¿Qué pensaría Freud y aún sus contradict­ores, hoy en día al observar el perfil de vida en la práctica que desarrolla­n en los tiempos modernos el hombre y la mujer? la carrera que han casado por demostrar hegemonía, la competenci­a sin fin en donde a veces todo vale? es un revanchism­o mutuo donde la razón y la conciencia de trabajo en equipo, no participa… abunda la ignorancia, la ambición y los destinos paralelos se desconocen.

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