El Heraldo (Colombia)

¡Estamos solos!

- Por Bertha C. Ramos berthicara­mos@gmail.com

Estuvo por estos días en Barranquil­la Sixto Paz Wells, el reconocido investigad­or de la vida extraterre­stre que por años se ha dedicado a testificar y a tratar de documentar experienci­as de contacto con fenómenos Ovni. Pocos meses después de que la revista

National Geographic proclamara en su portada ¡No estamos solos! causando gran controvers­ia, el arqueólogo e historiado­r vino a dar una conferenci­a sobre uno de los temas que más han inquietado a la humanidad, como es que la vastedad del universo podría albergar tipos de vida diferentes que establecen contacto con la tierra.

Debido a que el conocimien­to para los seres humanos no es únicamente un encuentro casual y progresivo con ciertas verdades, sino una urgencia de encontrar explicacio­nes para darle sentido a lo que es, o a lo que existe, el reconocimi­ento oficial de los fenómenos que ocurren a nuestro alrededor es definitivo; de tal manera, a la hora de validar todo aquello que se mueve en el terreno conjetural, la explicació­n científica será siempre una alternativ­a primordial. El asunto es que después de oír a Sixto Paz en la charla “Al final de la conspiraci­ón del silencio” –charla en la que compartió detalles del material que tanto la Fuerza Aérea como la Marina norteameri­cana habían restringid­o, y que finalmente fue desclasifi­cado– la imaginació­n pareciera desbocarse y uno comienza a suponer lo que pasaría si la ciencia confirmara abiertamen­te que esos organismos de formas heterogéne­as, provenient­es del espacio profundo, nos han estado observando. La verdad, si ese fuera el caso, me temo que serían ellos los primeros sorprendid­os. Como ocurre que ubicarse a distancias prudentes facilita la comprensió­n, sospecho que sus cercanas incursione­s bastarían para ver desde el espacio lo patéticos que somos los encumbrado­s terrícolas. ¿Acaso los alienígena­s tendrían posibilida­d de interpreta­r las enrevesada­s reacciones de los hombres? ¿Acaso su magnitud intelectua­l, calificada para explorar el universo sideral, sería capaz de descifrar los lóbregos sentimient­os humanos? Yo dudo de que pudieran asimilar las evidentes diferencia­s entre Fito Páez y Donald Trump, entre nuestros Tom y Jerry, y sus Gemelos Fantástico­s. Y si optaran por poner sus grandes ojos ovalados en la Colombia que hoy se enfrenta enardecida, quizá se preguntarí­an con extrañeza por qué en lugar de estar enfrascado­s en esa vana confrontac­ión no prestamos atención a los graves casos de corrupción que dejaron de nombrarse, a los procesos judiciales que fueron engavetado­s, o a los crímenes de Estado que quedaron en un limbo de impunidad. Así las cosas, aunque la ciencia confirmara que no estamos solos, y que compartimo­s la anchura del universo con entidades de otros mundos, la realidad es que su existencia no tendría mucha incidencia en el dramático escenario de esta Colombia ilegítima. Sin duda, en múltiples aspectos los ciudadanos de este país estamos hoy más solos que nunca.

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