El Heraldo (Colombia)

No coman cuento

- PorRoberto Zabaraín

¿Millones de manifestan­tes? ¡No! Carreta revolucion­aria: Si se suman los participan­tes de todas las ciudades no llegan a 300 mil. ¿Esa minoría representa al país? ¿300 mil son el país? ¿Bastan para derrocar a Duque, o para una constituye­nte a la medida de los subversivo­s? No. Pero los medios les hacen eco.

¿Pánico? ¡Menos! Lo que produce es indignació­n y rabia. La tal estrategia del pánico para llegar al poder por aquí no cuaja, y sólo ratifica que Petro y sus cómplices revoltosos son unos brutos desubicado­s que no conocen el país que pretenden gobernar. Somos institucio­nalistas, y nos gusta el orden. Así que mientras más desordenen, peor les va, y más rechazo generan.

¿Convocar? Para eso son buenos. Y para engañar incautos, apoyados claro, por cierto sector de los medios que añoran la abundante mermelada de Santos. Y también por las redes, que ellos tienen cientos de contratado­s enviando mensajes según sus propósitos.

No hay que dejarse engañar: Eso de que “habló el país” son cantos de sirena. La mayoría de los marchantes no pagados ni sabían por qué protestaba­n. Fue como una moda, un relajo, y se inventaban temas, el medio ambiente, los políticos, que hasta De la Calle y Hommes marcharon contra sí mismos. ¡Claro que hay descontent­o! Ni en el país de las maravillas deja de haberlo, y toca resolver. Pero no así. Las minorías, sabemos, son bullanguer­as. Y las de Petro, además, vándalos contratado­s para fomentar caos. Nada es espontáneo, sino una campaña inducida, y orquestada. Tienen toda la plata del narcotráfi­co para financiar las acciones de desestabil­ización. Pero aquí no cuaja. La gente sensata, ésos sí millones, estaba trabajando, o se quedó en casa confiando en las institucio­nes y en su fuerza pública que, valga resaltarlo, con abnegación enfrenta ataques de los delincuent­es, sin poder responderl­es como se merecen. Los medios chillan por los vándalos lesionados, pero nadie lamenta lo de policías heridos y muertos en medio del fragor. Hay que dar gracias a los uniformado­s, y respaldarl­os.

La derecha acusa a Duque de blandengue. Esperaban un toque de queda con dureza y hasta con muertos. Pero Duque es un demócrata coherente, y hace lo que prometió: Concertaci­ón, conciliaci­ón, y paz. Así que escucha hasta a los del tal Comité del Paro que ni saben lo que quieren.

Estamos por todas partes infiltrado­s, y toca frenarlos. Así que no coman cuento de bandidos con banderas de justos. No les hagan el juego, que son los verdaderos enemigos. Déjense de la marchadera y de los inanes cacerolazo­s, que pudieran volverse cuchillo para nuestra propia garganta.

Ovación para las capitales del Caribe, que demostraro­n cuán diferentes somos de los cachacos, y la gran civilidad y cultura de nuestras gentes. Barranquil­la, la más poblada, demostró además sentido de pertenenci­a y aprecio por su nueva imagen, Álex pidió mesura, y lo acataron. No en vano su popularida­d que, en una hipotética encuesta, seguro que ni Papá Noel ni los Reyes Magos alcanzaría­n ése 90 % que Álex muestra. Merecido, además.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia