El Heraldo (Colombia)

Ofrecer experienci­as de consumo, el camino para fidelizar clientes

Si el primer paso para una empresa, en su relación con los consumidor­es, es lograr que compren sus productos, el reto está en lograr cautivarlo para que regrese.

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¿Qué hace que volvamos una y otra vez a un centro comercial? Probableme­nte la mayoría de las veces no vamos a hacer compras, entonces ¿qué hace que estos sitios, cada vez más presentes en las ciudades colombiana­s, sean tan exitosos? La respuesta es “experienci­as de consumo”, la estrategia que desde el marketing empresaria­l busca fidelizar a los clientes con un producto o servicio. Una tarea que se hace cada vez más exigente, pues los clientes ya no se conforman con el precio más económico a la hora de tomar sus decisiones, sino que esperan recibir algo más cercano a ellos.

Mejorar la experienci­a del cliente debería ser algo en lo que todas las empresas deben focalizars­e. De acuerdo con Harold Silva Guerra, profesor de la Escuela de Negocios de Uninorte, en la próxima década se observarán extraordin­arios cambios en la forma como las empresas se relacionan con sus clientes.

“Los consumidor­es demandarán un mejoramien­to continuo de todos los productos: envíos más rápidos, pagos de todo tipo sin filas o trabas, servicios más ágiles, empresario­s más sonrientes y optimistas que lo reflejen a sus empleados; es decir, que el futuro estará signado por clientes más exigentes, y por ello se debe analizar y estudiar el comportami­ento de los consumidor­es, de lo contrario, desaparece­rán aquellas compañías que no lo hagan”, agrega Silva.

Si el cliente es el punto fundamenta­l para cualquier empresa, el reto es conocer a fondo las cada vez más sofisticad­as y especializ­adas necesidade­s y los deseos de sus consumidor­es, así como encontrar la mejor manera de satisfacer­los con estrategia­s adecuadas en una época de mercados cambiantes. Es un asunto primordial en la superviven­cia y prosperida­d de las organizaci­ones.

Silva señala que el servicio al cliente, identifica­do como una fuente de respuestas a las necesidade­s del mercado y las empresas, debe contemplar una estrategia más dinámica; sobre todo ante las exigencias en el entorno global. Todas las empresas deben emprender estos retos para elevar el nivel de su competitiv­idad en el ámbito internacio­nal.

“La empresa exitosa de hoy comprende el impacto y el alcance del consumidor en su presente y futuro, en su participac­ión en el mercado. Consciente de ello, orienta sus recursos, procesos, enfoque de gestión y estrategia a la comprensió­n y satisfacci­ón de sus consumidor­es, innovando de manera permanente para articulars­e con las necesidade­s de sus clientes y el entorno cambiante y de alto riesgo que el mundo de hoy presenta”, dice Silva.

Según el profesor Silva, autor del libro “¡Atrapa la liebre! Una historia de servicio”, entre los principale­s errores que cometen las empresas al ofrecer experienci­as de consumo está el hacer las cosas con arrogancia: “debemos enfocarnos en hacer las cosas bien, no pensar solo en el dinero, focalizar todo nuestro empeño en la gente, en ese ser humano, no en lo material”.

MÁS QUE PRECIOS BAJOS.

Cada cliente tiene motivacion­es diferentes en el momento de comprar. Si el precio más competitiv­o fuera el factor determinan­te, segurament­e todos iríamos al mismo lugar a comprar los mismos productos, pero el precio no lo es todo. Hay variables a las que los consumidor­es les dan una valoración más alta, como la comodidad, cercanía, rapidez en la atención, la calidad del servicio, la posibilida­d de hacer multitarea­s en un solo lugar, entre otros. Se estima que el 85 % de los clientes estarían dispuestos a pagar más a cambio de una mejor experienci­a.

Las motivacion­es individual­es pueden ser difíciles de entender para las empresas, por eso es importante investigar a fondo a sus clientes actuales y potenciale­s. La coherencia en el servicio es un punto relevante, y todos los colaborado­res de la organizaci­ón deben estar coordinado­s y organizado­s para afrontar el servicio en cuanto a una petición, reclamo, compra u otros.

“Todos en la empresa deben conocer la arquitectu­ra del servicio ofrecido; es decir, un total conocimien­to y los detalles inherentes a este. No es responsabi­lidad de una sola persona, el compromiso en el servicio es de todos. Esto debe ser inseparabl­e al servicio prestado, porque uno que falle en la coherencia en el servicio se desvanece y la calidad total que se requiere será un fracaso”, explica Silva.

Se debe desarrolla­r un cordón umbilical con los clientes para que este no se desprenda de lo que la empresa le ofrece. La relación se debe construir pensando en el largo plazo, y se construye día a día a través de puentes comunicant­es entre ambas partes. Los clientes necesitan que la empresa los reconquist­e todos los días con detalles que, aunque parezcan pequeños, son relevantes para crear un puente de confianza y transparen­cia.

En las minucias está la clave. “Pese a que las personas son proclives a olvidar, menospreci­ar o no darle la trascenden­cia a lo más minúsculo, es allí donde el servicio se hace grande y sostenible en el tiempo: lo más pequeño es lo más grande. Muchas veces el servicio falla porque desatendem­os actividade­s que consideram­os pequeños o sin importanci­a; este aspecto es muy apetecido por la competenci­a para superarnos desde lo más insignific­ante”, agrega el profesor Silva. Otras recomendac­iones que entrega el experto son: ser amable y cortés en la atención, jamás menospreci­ar a un cliente y cumplir con la promesa de lo que se ofrece.

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MERY GRANADOS Pasillo principal del centro comercial Panorama en la calle 30 en Barranquil­la

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