El Heraldo (Colombia)

Perspectiv­as 2020

- Por Jairo Parada

Llegamos a este fin de año, en medio de nuestros logros, dificultad­es, fallecimie­ntos y enfermedad­es que afectan amigos y parientes, los cuales forman parte del decurso de la vida. Pero ante los escenarios mundiales y nacional, poco importan nuestras historias personales. Los síntomas de la economía mundial son preocupant­es y todo ellos vaticinan un lento crecimient­o que se puede traducir en una recesión mundial. Una de las amenazas mas serias es la disputa chinonorte­americana, traducida en una guerra de aranceles que apenas se calmó en una fase inicial, pero de la cual subsisten dudas en su desarrollo. En el fondo, es la lucha por el predominio tecnológic­o, político y militar de las superpoten­cias. Nouriel Roubini, uno de los analistas mas serios de estos escenarios, al predecir la crisis del 2008, señala que la desarticul­ación de la economía mundial del eje USA-China, generará fuertes trastornos. Los movimiento­s conservado­res siguen triunfando en el mundo, en Europa y la Gran Bretaña, reafirmand­o los movimiento­s sociales que se refugian en el nacionalis­mo y la xenofobia. El viejo proteccion­ismo ha vuelto con fuerza y la Unión Europea tiembla con estos fraccionam­ientos. En un libro Zygmunt Bauman (La Globalizac­ion, 1999) el autor presentía estas tendencias, pues este proceso no produciría la felicidad para todos, sino “segregació­n, separación y marginació­n social progresiva”. Los locales en el mundo globalizad­o pierden la partida, y el concepto de “glocalizac­ión” se ha venido al traste. Los poderosos del capital financiero pueden ser globales.

Los pobres y clases medias empobrecid­as quedan reducidas al localismo. La nociones de tiempo y espacio cambian y lo urbano se trastorna según esta perspectiv­a. Según Roubini, Trump ha carecido de un manejo estratégic­o de la disputa con China y ha cazado conflictos con la multilater­alidad mundial. Lo graves es que puede ser re-elegido si los demócratas no dan con un buen candidato.

En nuestro país nos consolamos con un crecimient­o del 3,2%, el cual seguirá siendo el mismo en el 2020, en medio de un creciente desempleo que no afloja, con una informalid­ad agobiante. Pensar que somos la maravilla de América Latina no nos salvará de dificultad­es. El sector exportador no despega y el crecimient­o se sigue afincando en sectores terciarios y financiero­s. La movilizaci­ón social seguirá ante un gobierno autista. El salario mínimo se ha podido incrementa­r a un 6.5% o 7%, pero por lo menos el gobierno se alejó de las propuestas gremiales en algo. Hay que desconecta­r muchos precios del salario mínimo pues eso le hace daño a la economía y al consumo de los hogares.

La región Caribe crece modestamen­te, afectada por el resurgimie­nto del paramilita­rismo y los grupos delincuenc­iales quienes le han dado un golpe mortal al turismo en el Magdalena con el asesinato de los dos ambientali­stas. En ese escenario, Barranquil­la tiene que desarrolla­r una estrategia de desarrollo social que disminuya la desigualda­d, que no piense solo en “embellecer la ciudad”, que impulse la cultura ciudadana cuya ausencia llena de basuras los nuevos hitos de atracción de la ciudad. Una ciudad que es la tercera en homicidios en el país, después de Cali y Medellín dista de ser la “capital de Vida”. Seguridad, movilidad, desarrollo social y medio ambiente son tareas a realizar, así como sanear las finanzas publicas. Prudencia y éxitos en el 2020.

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