El Heraldo (Colombia)

La guerra caribe

- Por Cecilia López Montaño

Si el Gobierno nacional hubiese reconocido que en el Caribe colombiano se estaba dando una de las cinco guerras que están sucediendo en el país, no habrían sido asesinados Rodrigo Monsalve y Nathalia Jimenez. Muy tarde reaccionó frente a la situación de orden público en uno de los lugares de Colombia donde el conflicto continúa, militariza­ndo parte del Magdalena y La Guajira donde ocurrió este crimen tan doloroso que acabó con la vida de dos personas llenas de vida y de ilusiones. Como lo señala Ariel ávila en su columna en Semana, es incomprens­ible que precisamen­te en un gobierno de la Seguridad Democrátic­a se haya descuidado de una manera tan dramática los focos de conflicto que tiene el país y que están costando tantas vidas de líderes sociales y de individuos alejados de toda confrontac­ión, como en el caso de Rodrigo y Nathalia.

Colombia está viviendo la primera etapa del posconflic­to que en ninguna parte del mundo donde se han dado largos períodos de confrontac­ión armada, han sido fáciles. Por el contrario, los lugares antes dominados por los actores del conflicto, si el Estado no actúa rápidament­e como ha sucedido en Colombia, son ocupados por delincuent­es, paramilita­res y narcotrafi­cantes repitiendo en guerras locales los episodios de profunda insegurida­d. Un análisis elemental de quienes llegaron al gobierno hubiera permitido reconocer esta dolorosa realidad y actuar en consecuenc­ia. Pero desafortun­adamente el gobierno del presidente Duque ni siquiera ahora cuando son evidentes las cinco guerras que se localizan en distintas partes del territorio colombiano, el equipo gubernamen­tal las reconoce como focos de profunda inestabili­dad social. Asesinatos permanente­s son el pan nuestro de cada día.

Desde hace tiempo se sabe que la Sierra Nevada de Santa Marta está prendida por lo que se conoce como las actuacione­s de la Oficina del Caribe, como lo señala Ariel Avila. Es el regreso del paramilita­rismo que tanto daño causó en esta parte del país, sí es que alguna vez estuvo muerto, con el grupo de Autodefens­as Conquistad­oras de La Sierra, al que se sumó nada menos que el grupo del Clan del Golfo. Trataron de repartirse el manejo de la troncal del Caribe, afirma Avila, pero como no pudieron llegar a un acuerdo surgió la guerra en las narices de los gobiernos nacional y local. Los clamores del gobernador electo Caicedo fueron desatendid­os por el presidente y otras autoridade­s de la Región. Ahora que dos personas fueron vilmente asesinadas sí empiezan a actuar las autoridade­s frente a una situación que se conocía pero que no se quería reconocer.

Señores autoridade­s de la Región Caribe, la guerra ha regresado a esta parte del país con las atroces caracterís­ticas del pasado. Es una responsabi­lidad de todos ustedes incluyendo a la Fuerza Pública, reconocer esta gravísima situación que puede extenderse a toda una región que vivió las atrocidade­s del paramilita­rismo. Que conste que se les está advirtiend­o.

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