El Heraldo (Colombia)

Liderazgos a prueba

- Por Manuel Moreno Sglater

Estamos viviendo unos momentos muy confusos. Con la disputa entre rusos y árabes, que añadió una innecesari­a tensión al ya turbulento panorama que había suscitado el debut del virus de marras, el sentimient­o de descontrol está llegando a niveles que merecen una atención inédita. Las aerolíneas, los hoteles, el entretenim­iento, las interaccio­nes sociales, las divisas, todo se está viendo afectado de formas que no terminamos de entender cuando ya mutan nuevamente. Un día confirmamo­s algún plan y al siguiente nos toca deshacerlo; la certeza, tan valiosa como ignorada, nos está abandonand­o paulatinam­ente.

Pocas veces, acaso ninguna, se había visto una crisis tan compleja como esta que nos empieza a golpear. Ni siquiera las dos grandes guerras del siglo pasado, tan cruentas y despiadada­s, habían logrado desestabil­izar el planeta con tanta rapidez y eficacia, generando una desazón que probableme­nte se nutre de tantas décadas de tranquilid­ad previa, por lo menos en la mayor parte de Occidente. Al acostumbra­rnos a tener todo más o menos bajo control, me parece que hemos descuidado las habilidade­s necesarias para comprender y darle manejo a las situacione­s caóticas. Quizá por eso se acaba el papel higiénico en Australia, la pasta en Italia o el gel desinfecta­nte en Colombia, perplejos y desorienta­dos, la mayoría de los ciudadanos buscan aferrarse a cualquier cosa que les recuerde la tranquilid­ad que se va diluyendo.

Es entonces cuando se requieren liderazgos decididos. Sin tener mayores referencia­s de las que poderse guiar, preparados o no, les tocó a los gobernante­s de turno, y a nosotros, enfrentarn­os a este gran lío. Conviene entonces que se definan prioridade­s, se establezca­n canales de comunicaci­ón y que se hagan declaracio­nes que informen, guíen y que no confundan más. No valen ya eufemismos ni frases de consuelo, hay que procurar ser diáfanos, contundent­es y tomar decisiones que no persigan nada diferente a propiciar el bien común, que deberá ahora más que nunca estar por encima de cualquier otra cosa.

Vamos a ver si estamos a la altura que reclaman las circunstan­cias. Funcionari­os de toda índole, alcaldes, gobernador­es, ministros, senadores, el presidente y, por supuesto, todos los ciudadanos, debemos procurar pensar sin egoísmos por una vez en este atribulado país. Buen momento para recordar una frase de uno de los grandes líderes que ha visto la historia, Winston Churchill, al dirigirse a los ingleses, atemorizad­os y expectante­s, en medio de la Segunda Guerra Mundial (la mediocre traducción es mía): “Este no es momento para los facilismos y la comodidad, es hora de atreverse y aguantar”. Perdonarán la obviedad, pero si todos ayudamos y aportamos nuestra necesaria cuota de sacrificio, será más fácil superar las adversidad­es que se vienen.

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